Saludos a esta distinguida comunidad. Hoy me uno al concurso que promueve @luispargas95, en el cual nos convoca a hablar de nuestros hobbies, y aunque tengo varios, mencionaré el que más me mueve el piso: Jugar scrabble.

Amo a la palabra con sus mil y unas formas. Cuando era estudiante de Educación, Mención Castellano y Literatura, mi amigo Orlando Rodríguez llegó al apartamento en el que yo vivía con una caja verde en sus manos y me dijo: "Traje un juego, que sé que te va a encantar"; y aunque él no sabía bien las reglas del mismo, me dio algunas instrucciones y quedé enganchada para siempre con el scrabble. Jugábamos todos los fines de semana; formábamos palabras y luego con ellas escribíamos cuentos y poemas. Luego, debido a los compromisos de estudio, los encuentros se hicieron esporádicos. Pero siempre que podíamos, nos encontrábamos para jugar.

Cuando ingresé a trabajar en la Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre, como docente, me preguntaron en la Asociación de Profesores si practicaba alguno de los deportes que estaban en una lista, ya que en esos días se iban a realizar los juegos interdepartamentales. Vi el scrabble, y dije: Yo sé jugar esto.

Bueno, en realidad, yo creía que sabía jugar. Pero no, mi amigo me había enseñado mal las reglas y en mi primera competencia me descalificaron, porque agarré las siete fichas y con ellas formé varias palabras, en varias direcciones. Mi compañera de juego, me preguntó: ¿Tú, de verdad, sabes jugar? Yo, llena de orgullo, le dije: "Claro, colega, no se da cuenta; acabo de formar un scrabble, pues jugué mis siete fichas". Ella, con expresión de asombro abrió los ojos como el lobo de Caperucita, y le dijo al organizador del torneo que yo no sabía jugar scrabble; y que no debía participar. En ese momento me quería morir. Todos los jugadores me veían como una intrusa. Pasé mi pena, pedí disculpas con la voz quebrada y me retiré del torneo. Salí como loca a buscar a Orlando para contarle lo que me había pasado; y él me dijo que me llevaría a casa de su hermana, que sí sabía jugar, para que me explicara bien. Fue allí que me confesó que a él nadie lo había enseñado a jugar, sino que él veía cómo lo hacía su hermana y sacó sus propias conclusiones.

Fue Yanira, la hermana de Orlando, quien me puso al tanto de las reglas del juego y entonces yo me apasioné más por el scrabble. Busqué información en internet y me afilié a La FISE (Federación Internacional de Scrabble en Español). Allí hay varios grupos de juego y comencé a interactuar con scrabblistas de distintas partes del mundo. Todas las noches me conectaba y amanecía pegada a la computadora jugando. Cuando tenía clase a las siete de la mañana, me paraba del computador, me bañaba, tomaba café y me iba a trabajar, luego llegaba a dormir. Mientras dormía soñaba con las partidas que había dejado abiertas, y mi cabeza no descansaba. Las ojeras crecían a pasos agigantados. Mi esposo me dijo: "Te vas a enfermar. Debes dosificar el juego". Él tenía razón, comencé a tener vértigos por la falta de descanso. Me desconecté de los grupos virtuales, y solo jugaba los fines de semana con mis amigos, entre los cuales estaba la profesora con la que competí por primera vez. Por cierto, nunca más me pudo ganar, jajaja.

Fue así como entré a ser parte de la selección de Scrabble de la U.D.O. Núcleo de Sucre. Viajé a muchos estados y conocí a varios profesores, amantes del scrabble, con los que estreché profundos lazos de amistad.

_{Foto de mi archivo personal}

_{Foto de mi archivo personal}

Tengo tiempo que no practico. Pero mi pasión por el scrabble sigue más viva que nunca.

Invito a mis amigos @marcybetancourt, @charjaim y @beatrizleon57 a hablarde sus hobbies. Aquí la información

Nota:15% de esta publicación está destinado a la comunidad