PASEO POR UN BOULEVARD

Después de unos días lluviosos quise salir para disfrutar de un buen sol mañanero y romper con este encierro y así conseguirme con el azul del cielo, los colores vario pintos de la naturaleza que recrean la vista, animan la existencia, disipan las preocupaciones que envenenan el alma y nos llevan a la tristeza y observar así como la vida se expresa en cada rostro de los que compartimos el transitar por este útil y amigable boulevard.

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^{Foto “Desde el balcón"}
_{Venezuela Edo Lara}

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Inicie mi caminata hacia mi destino, me llevo poco tiempo llegar dada la cercanía del lugar, lo primero que encontré fue una figura en el piso que al observarla con detenimiento, me di cuenta que es el viejo juego del “avión”, el que jugábamos cuando éramos niños, inmediatamente mi memoria me llevó a un departamento muy importante en mi cerebro llamado “recuerdos”, específicamente a la sección de “juego para niños y jóvenes”, allí pude desempolvar la carpeta correspondiente y en las imágenes allí registradas me mostraba que la alegría formaba parte de nuestras vidas, para el momento nuestra única preocupación era ir al colegio, porque una vez allí nos encontrábamos con nuestros amigos y todo cambiaba, nuestra resistencia mañanera de ir a clases, esta era superada por el ambiente escolar, más tarde al regresar al hogar se iniciaba una contienda en casa porque yo quería seguir el ritmo de juegos (hoy diríamos que llegue con mucha adrenalina) que traía del colegio, cosa que no entendían mis padres, ya que debía primero hacer las tareas y al final del forcejeo se imponía la autoridad los padres que siempre me decían: “primero está la obligación y luego la devoción”. Después de las tareas y vencida la flojera salíamos corriendo para reunirnos con los amigos de la cuadra, hermanos y cuanto se asomaran por allí, dábamos muchos brincos, cuantas caídas y raspaduras sufrimos, discutíamos por tonterías y hasta nos peleábamos con o sin razón por querer imponer cada uno su criterio; en esos momentos de tanta tensión aparecían nuestras madres para poner orden, nos ayudaban a reconciliarnos (el perdón lo resolvía todo) y volvíamos iniciar de nuevo el juego, como sí nada había pasa

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^{Foto flores}
_{Venezuela Edo Lara}

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Nuevamente una sonrisa vino a mis labios y de repente, me vinieron otros juegos a la memoria, como: “La Semana”, “La Burra de Enrique Peña”, “El Quemao”, otros menos agitados como “Bingo”, “Pokino”, “Scrable”, en fin, juegos que podíamos disfrutar después de haber cumplidos nuestras obligaciones. Eramos una pequeña comunidad que se multiplicaba en cada cuadra, manzana y urbanización, con juegos simples y sencillos que nos unían y hermanaban.

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^{Foto de “El Avión”}
_{Venezuela Edo Lara}

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Al reiniciar mi camino me pregunté con angustia, ¿Cómo compartiríamos hoy los niños y jóvenes de ayer? Lo primero que se me vino a la cabeza fue: “si no hay clases y al no haber otras actividades de juegos, ya no hay amigos”… De repente se me prende una luz en mi cabeza ¡GRAVE ERROR!... Y me doy cuenta que al actualizar mi vida aparece en mis manos un instrumento fenomenal (el celular), que me permite comunicarme no solo con los amigos del colegio, sino también con los vecinos y familiares que han emigrado, finalmente pienso ¡Es una maravilla! Un momento después reacciono y me digo ciertamente, puedo hablar, enviar mensajes y hasta jugar; pero una vez finalizada la trasmisión me encuentro nuevamente en casa muy solo; mis padres, hermanos y hermanas están cada uno en lo suyo, ¿ahora qué hago?...

El hombre de hoy continúa jugando con el celular o la computadora, “profundiza su soledad”… Yo continúo caminando por el boulevard

Agradeciendo el apoyo que me puedan dar. @steemcurator01, @steemcurator02