Mi día comenzó a las 7 de la mañana. Lo primero que hice fue darle gracias a Dios por un nuevo día de vida. Después me fui a cepillarme los dientes y a darme una ducha. Luego fui a la cocina a preparar un delicioso desayuno y café.

Preparé el desayuno para mis hijas, luego me fui a la habitación para arreglarme y poder ir a la iglesia. Era domingo y como cristiana evangélica, sentía el deber de cumplir con mi compromiso. Aunque no me sentía muy bien y me dolía un poco el cuerpo últimamente, me animé y fui a la iglesia. Al llegar, le di gracias al Señor por permitirme estar en su casa de adoración junto a mis hermanos en Cristo.

^{Adoradorle a mi Dios.}
Después, todos los hermanos pasamos a cantarle esa hermosa alabanza a mi Dios. Realmente se pudo sentir el poder de Dios interpretando esa alabanza para mi Rey.

Después, mi hija y yo regresamos a casa, mi hija que había quedado en casa ella ya había preparado el almuerzo. Almorzamos y luego fui a la habitación a descansar un poco. Gracias a Dios, ya no sentía los dolores en mi cuerpo como antes. Creo que Dios intervino.

^{Con mis nientos.}
Después me desperté a las 3 de la tarde con la sorpresa de que llegaron mis hijos con mis sobrinos. Estaba muy contenta porque tenía días sin verlos, nos sentamos a conversar un rato y luego fui a la cocina a preparar café y les repartí pan de queso, lo disfrutaron mucho.

Así culminó mi día con mis queridos amigos de la comunidad latina. Gracias por leer mi pequeño resumen de mi diario, que Dios los bendiga a todos.