Pasa la vida y estás en mis recuerdos más lejanos, y también, en los más cercanos... pensar en aquellos días en que cuando era tan solo una niña, te sumergías a jugar con nosotros y celebrabas nuestras locuras infantiles...

Ha pasado el tiempo, si, unos cuantos años, pero tu recuerdo sigue intacto, como aquella tarde de marzo en que, con tan solo una mirada, sin mediar más palabras que las del corazón, me diste la bendición y me dijiste Adiós...

Un año más sin tí, como extraño aquel abrazo cálido que siempre me transmitía el sentimiento de que aunque todo estuviera mal, en unos momentos iba a estar bien... Marzo fatídico, cuando recibí la noticia de tu Adiós, se me rompió el corazón en mil pedazos de amor por tí, papá...

Atrás quedaron tantos momentos, han pasado muchos dias, años de ese entonces y aún me haces falta como aquella vez... tu consejo a tiempo, tu mirada calmada, tus palabras serenas... me faltó tanto por darte y tú me diste tanto, no solo la vida, sino la manera de enfrentarme a ella y sortear los obstáculos y las adversidades..

Que no daría por un instante más a tu lado, por abrazarte y decirte que te amo más que a mi vida, papá... Atraparte en un suspiro y apretarte fuertemente para que no te me vayas jamás...

Hoy solo quedan las lágrimas de la nostalgia por ti, darle gracias a la vida por haberme dado el privilegio de ser tu hija. Si mil veces vuelvo a nacer, mil veces y una más, tu hija quiero ser... Te amo por siempre, Fernando Antonio, rey de mi corazón...