Querido Diario.

Me tienes de nuevo por aquí, para contarte un poquito de mis días, que quizás no son tan divertidos y emocionantes pero si están llenos de tranquilidad muy a pesar de los tiempos.

Me he vuelto muy dormilona en estos meses de la cuarentena, quizás es porque me acuesto tarde publicando y trabajando en la pc. Mi hijo empezó, como ya te conté, sus clases de la universidad de manera OnLine y ocupa la computadora en algunos momentos del día.

Me gusta contarte mis cosas, quizás porque me recuerdas los viejos tiempos de mi adolescencia en que, tenía un cuadernito con llavecita que yo llamaba Mi Diario, siempre es bonito recordar esas épocas de mi vida en las que fuí muy feliz...

Mañana toca nuevamente ir a surtir de combustible mi vehículo. Tristemente, somo un país con muchos recursos, pero estamos viviendo muchísimas carencias, entre ellas, la de la gasolina. Mañana te contaré como me fue y quizás te traiga algunas fotografías pues, estaré en el carro y si podré llevar mi teléfono sin riesgos en la calle.

Aprovecharé de hacer todas las diligencias pendientes para no desperdiciar la salida y ahorrar la gasolina que no sabemos hasta cuanto nos dure...

Por lo pronto, mi día pasa entre las cosas normales de la casa (actividades domésticas) y las de escribir. El día amaneció oscuro, por allí como que quería asomarse el sol pero no pudo lograrlo durante mucho rato. Luego comenzó a llover y las plantas se alegran y nos muestran su verdor, es una de las cosas bonitas de cuando llega la lluvia.

Voy a descansar un rato, mi visión sufre cuando paso tantas horas frente a la computadora. Mi hijo me trajo un pedacito de la torta que hicimos en una de estas noches pasadas, una mezcla de pudin de chocolate con galletas, una delicia en verdad, cuando pasan más días y está en la nevera, su sabor se acentúa más, el chocolate es una bendición de la vida.

Debo despedirme por hoy, es una alegría haber venido a contarte un poco de mis días. Te regalo un atardecer, fresquito, desde mi terraza.