Feliz y bendecido día haya tenido toda la comunidad latina. Hoy quiero hacer mi primera participación con ésta entrada sobre mis emociones, siguiendo la secuencia.😊👌

Cuando somos niños pequeños, se nos hace mucho más fácil expresar nuestras emociones, pero más difícil reconocerlas, porque simplemente las sentimos sin colocarles un nombre hasta que nos enseñan. A medida que crecemos y nos hacemos adolescentes, entendemos que las emociones están ahí a flor de piel y es cuando no sólo las sentimos. También las reconocemos. Al hacernos adultos, el expresar nuestras emociones se nos hace más complejo o fácil, dependiendo de la persona, su crianza, personalidad y sus experiencias de vida. Pero lo cierto, es que nuestras emociones nos acompañan cada minuto del día y debemos hacernos responsables de ellas, reconocerlas y darles un valor.

Lo normal es que me domine la alegría. No soy una persona que cree que tienes que estar feliz todo el tiempo ni estar en extremo positivismo, pero sí que ayuda saber ver el mejor ladito de las cosas para sentirme mejor.

Siento diferentes emociones siempre, desde la ansiedad, la tristeza, enojo y hasta miedo. Pero, lo normal es que sea una persona alegre, porque también soy una persona que practica el agradecimiento diario. Agradezco cada día lo bendecida que me siento por Dios, por despertar, por tener una familia sana, por tener un trabajo y por ser quien soy y hacer lo que hago. Cuando siento que algo no va bien o las cosas no salen como quisiera, intento calmar mi ansiedad y pensar cómo puedo “darle la vuelta a la arepa” como dicen los venezolanos. Si tengo tristeza, sé que es normal sentirla y que pronto pasará porque también estuve en días muy grises. O si estoy enojada me gusta expresar lo que me molesta sin ofender a nadie.

Creo que naturalmente cuando crecemos, la alegría se encuentra un poco condicionada al medio. Al ser adultos, nuestras preocupaciones ya no son las de un niño. Al crecer muchos adultos condicionan su felicidad por el sueldo que ganan, preocupaciones de cosas por pagar, por cómo les fue en el trabajo, por sus notas en la universidad, por si han tenido una pelea con su pareja, familia, un compañero, etc. Somos más conscientes de las cosas que acarrea crecer y por ende tendemos a hacernos menos "felices" si algo no es como se espera. Pero, sin embargo, esto es manejable. Mientras sepamos darle valor e importancia a las cosas y personas que tenemos, a quiénes somos y nuestros privilegios como personas (la salud, naturaleza, trabajo, casa, familia, amigos) a las cosas que a ti personalmente te hacen feliz, entonces creo que serémos capaces de tomar la decisión de ser felices y sentir verdadera alegría cada día.

En este momento siento verdadera felicidad por muchas cosas en mi vida, con una mezcla de ansiedad por lo que se viene. Estoy logrando mis metas paso a paso, realizando proyectos que me gustan, me motivan y me hacen sentir satisfacción personal, siento paz y tranquilidad. Siento armonía con mi familia y se vienen momentos buenos por vivir en nombre de Dios.

Claro, creo que todos en algún momento hemos reprimido nuestras emociones para protegernos o por causa de una situación determinada. Por ejemplo, recuerdo que cuando mi padre murió, pasé meses sintiendo una profunda tristeza, la cual no sentía que podía expresar por razones muy personales familiares. Sentía que tenía que estar bien para mi familia, ser fuerte y ayudarnos a salir adelante en medio de ese doloroso proceso; por ello reprimí mi tristeza por mucho tiempo, lo que después eventualmente tuvo que salir. Gracias a Dios pude aceptar y vivir aquellos sentimientos tan necesarios. Al final las emociones que reprimes terminan dando rienda suelta para ser vividas.

Realmente no he tenido la oportunidad de interactuar con los miembros de Cotina y saber que emociones les caracterizan ya que soy nueva en la plataforma, ¡pero me gustaría mucho en un futuro!.😊 Quisiera aprovechar para invitar a participar a @dexysluz @omarscott y @georgelameda🌻