Relatos cortos de terror / Plantación adentro con La Sayona

Tenía que salir a comprar un medicamento porque mi madre se sentía muy enferma. La ruta más cercana a la farmacia era a través del parque, pero en ese momento y, como “cosa rara” en este país, había un apagón de esos que terminan por allá a las 4 horas de oscuridad. Para solventar el problema yo hubiera podido usar la linterna, pero lo que más me trancaba era el miedo. Sí, me daba temor que el fantasma de La Sayona se aprovechara de mí, porque ya había historias de personas que estiraron la pata por el mero hecho de haber mirado a la cara a aquella espantosa mujer fantasmagórica.

Sin embargo, también tenía la opción de tomar el otro camino, pero por allí era como cuatro veces más lejos y, además de eso, la ruta no era tan fácil porque por allí, según contaban los vecinos, había malandros que acechaban a las personas con pistolas o cuchillos en la mano para quitarles la plata o los objetos de valor.

De manera que yo tenía un dilema encima: La ruta corta podría implicar la muerte y la ruta larga podría implicar salir a perder el dinero e incluso la vida. De todas maneras, mi salida a la calle era obligatoria, porque, si no, mi madre podría fallecer a costa de mi falta de pelotas. Entonces lancé una moneda al aire y cayó cara. “Espero no verle la cara a La Sayona”, me dije a mí mismo.

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Me adentré en la negrura del bosque, poco a poco, medio enredado, pero siempre hacia adelante, y más o menos a mitad de camino escuché la risa de una mujer a mis espaldas. Créanme que sentí una ola de frío que me recorrió desde los pies hasta la cabeza, como si me hubieran refregado un pedazo de hielo a lo largo del cuerpo.

• ¿Quién está ahí? -pregunté con voz firme y disimulando la valentía.

• Circule usted, ciudadano -me respondió una voz masculina detrás de unos arbustos.

• Ah, disculpe -le dije-. Creí que me estaban espantando.

En eso volví a escuchar la risa de una mujer y noté que se trataba de una pareja que andaba en asunto de amores. Suspiré del alivio y pensé: “Lo que hace la crisis. ¿Cómo llamarle a esto: horror o amor?”

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