Dioses del Olimpo / Me gustaría ser Zeus para lanzarles rayos desde arriba a los que me andan molestando

Existe un lote numeroso de dioses griegos, cada uno con sus atributos y funciones. Algunos de ellos tenían tareas demasiado importantes, mientras otros tenían tareas minúsculas, sin mayor transcendencia. Allí había dioses para todo: el dios del trueno, el dios de los mares, el dios del viento, la diosa de la belleza, la diosa para ir al baño, etc.

En realidad hay varios dioses de la mitología griega interesantes; por ejemplo, hay uno llamado Mercurio que tenía como función llevar los mensajes de un lado a otro; es decir, era el cartero de aquella comunidad de dioses. A Mercurio se le representa como un hombre que tiene alas en los tobillos. Debido a esa característica podía volar y ser un mensajero eficiente. Bueno, a aquellos dioses no les pasó nunca por la testa inventar los celulares androides con el whatsapp, a pesar de todo el poder mágico que poseían.

Hay otra deidad griega, bastante llamativa, de nombre Palas Atenea, con una serie de atributos que la hacen una súper diosa; claro, por debajo de Zeus, el padre de los dioses y de los hombres. Esta especie de virgen era la encargada de administrar la sabiduría, la justicia y la estrategia en los asuntos de guerra. En fin, la gente de la antigua Grecia se parecía un tanto a la iglesia católica en cuanto a la variedad de santos. Usted, si es católico, le puede rezar al santo que usted necesite. Si, por ejemplo, quiere tener marido, debe rezarle a San Antonio, y si desea tener una buena chamba tiene que encenderle una vela a San Pateste.

Ahora bien, en lo que a mí respecta, me agrada el dios más poderoso de todo ese conjunto: Zeus. ¿Por qué? Por algunas razones obvias. Este es el patriarca de todo el mundo y donde manda capitán no manda marinero. Bueno, no es que en mi personalidad yo añore navegar en los submundos de los poderosos y arrogantes. Nada de eso. Y hay una cualidad de Zeus que no me simpatiza para nada, y es que el tipo “jugaba para los dos equipos”, lo cual era muy común en la sociedad griega e incluso en la romana de aquellos tiempos. Pero hay aspectos que sí me atraen, y es que este es el dios de los rayos, de los truenos y de la energía.

Imagínense, con cuanto placer yo les dispararía rayos desde el cielo a unos cuantos sujetos de los que les tengo ojeriza y con eso quemarles el trasero. Cómo me encantaría asustar a unos cuantos haciéndoles sonar truenos sobre sus cabezas. Además, como dios de la energía, aunque carezca de talento como político embaucador, me preocuparía sobremanera por un servicio óptimo de electricidad con cero apagones.

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El dibujo de arriba es de mi autoría
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