Eso de andar por allí con un rosario de penas siempre en los labios para que todos los demás se enteren de nuestros pesares nunca me ha parecido muy bueno. Las adversidades hay que enfrentarlas con mucha hidalguía y tratar de resolverlas sin tantos dramatismos. La vida, por otra parte, tiene muchas más cosas que celebrar que las que existen para lamentarnos. Ya el estar vivos es una gran bendición que debemos disfrutar. Gracias por sus palabras, amiga. saludos.