Concursos Cotina : Historias navideñas/ por @cruzamilcar63

in Comunidad Latina2 years ago

Amigos de Comunidad Latina, reciban un saludo cordial y mis deseos porque sus proyectos marchen por el mejor camino. Hoy me sumo al Concurso Cotina: Historias inspiradas en la navidad. Debido a que el último mes del año se acerca vertiginosamente, este hermoso sitio nos propone la creación de una historia inspirada en la celebración de la navidad, una magnífica idea que nos conmina a ejercer el rol de fabuladores que, como latinos, siempre nos ha caracterizado.

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Fuente

Una mascota para el Niño


La preocupación de María Luisa y José Luis se había acentuado estos últimos días porque su pequeño hijo, Félix Andrés, continuaba con esos intermitentes lapsos de retraimiento que parecían apartarlos de su entorno para sumirlo en el mundo introspectivo de sus pensamientos. Pasaba, a veces, horas y horas dentro de unos largos silencios que daban la impresión, a pesar de todo, de que los disfrutaba, además, de manera frecuente parecía tener conversaciones con una presencia a la que solo él podía percibir. Unos meses antes, sus padres se habían tranquilizado porque el médico al que lo llevaron para que lo evaluara, les había asegurado que si, durante el resto del tiempo, Félix Andrés no demostraba ningún comportamiento inadecuado, aquello era completamente normal para un niño de diez años: simplemente estaba aprendiendo a comprender el mundo y su mente infantil lo llevaba, como suele suceder hasta con las personas adultas, por los fantasiosos caminos de la imaginación.

Pero ahora, cuando tan solo faltaban unos pocos días para la navidad, María Luisa y José Luis, quienes acostumbraban todos los años a disfrutar estas fechas con la máxima alegría posible, intentaban contagiar a su hijo con la magia y el amor que prevalece en los corazones que esperan ilusionados el nacimiento del Niño Dios, sin embargo, la displicencia de Félix Andrés les turbaba el ánimo porque, mientras ellos pretendían esparcir el entusiasmo de su espíritu navideño por todas partes, su pequeño apenas se interesaba por los efusivos preparativos para las fiestas.

El día en que armaron el precioso nacimiento que ocupaba casi la mitad de la sala, trataron por todos los medios de que su hijo interviniera, adoptando la misma emoción que ellos sentían, en cualquiera de las divertidas tareas que se requieren para construir el acogedor ambiente donde nacería el Niño Jesús; no obstante, Félix Andrés, aunque se dedicó a colocar algunas figuras por aquí y otras más allá, jamás demostró la enardecida actitud que hubiese experimentado cualquier otro niño al que se le permitiera, con libertad total, disponer de las ovejas, pastores, Reyes Magos, espejitos, luces y todo el sinnúmero de elementos que emergían de los cajones donde estaba guardada toda la parafernalia que representaba la natividad del Dios hijo. “Este no se parece al pueblo donde nació Jesús”, fue lo único que pronunció con una tranquilidad desquiciante cuando la emblemática escena estuvo terminada y se marchó a lo suyo expresando sin rodeos cierta contrariedad.

María Luisa y José Luis, procurando despojar al pequeño de su mutismo para que se sumara al fervor de la navidad de una buena vez, le prometieron que ese año sí obtendría el regalo que siempre había pedido, pero que ellos por prevención, y por evitar también que se les sumaran responsabilidades a las tantas que ya tenían, siempre le negaron. “Tu regalo esta vez será una mascota, Félix Andrés, vas a tener un perrito para que te diviertas y lo cuides,” le anunciaron imprimiéndoles a las voces la mayor efusividad posible. El niño expresó su sorpresa con unos ojos muy abiertos que se posaron agradecidos en ambos padres, pero en seguida contestó con una petición desconcertante: “Qué bueno, pero yo no quiero un perro, quiero un burrito.”

-Qué -exclamó la madre alarmada- ¿un burrito, pero hijo, de dónde sacas eso, cómo vamos a tener aquí un animal tan grande?

-Jesús me dijo que el burro es un animal sagrado y muy útil, y que lo acompañó siempre en los momentos más importantes de su vida.

-¿Jesús –preguntó ahora su padre- pero qué Jesús, quién es ese Jesús?

-Jesús, el niño que viene a conversar conmigo cuando estoy solo; su papá y su mamá se llaman igual que ustedes. Él dice que en esta época debo acompañarlo porque está muy ocupado y que, si tuviéramos un burrito, pudiéramos ir más ligero a visitar a todos los demás niños que esperan por Él…

Y desde ese momento María Luisa y José Luis comprendieron que su hijo Félix Andrés tenía una estrecha e imaginaria amistad con el Niño Jesús, por lo tanto, sus navidades serían las más auténticas que puede experimentar un verdadero soñador.



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Nota:La publicación está configurada con el 15% para esta Comunidad Latina.


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