Concursos Cotina : Háblame de: "Toy Story" | por @cruzamilcar63

Mi película favorita es “Toy Story,” la número uno, la que inauguró la saga, la que fue realizada y estrenada en el año 1995. La fui a ver, por primera vez, en el cine, junto a mi esposa y mis dos hijos, quienes para ese tiempo eran todavía unos niños. La disfruté, y la disfruto, de principio a fin porque siempre me ha parecido un largometraje muy bien hecho, además, toda la vida me han gustado los dibujos animados.

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A pesar de que, por supuesto, ya era yo un adulto cuando apareció esta película, me pareció extraordinario que se planteara en ella la vida propia de los juguetes, mientras los seres humanos no los estamos observando. Creo que en la imaginación de todo niño ha estado presente, en algún momento de esa maravillosa etapa, la sospecha de que todos esos juguetes con los que nos divertimos y soñamos experimentan secretas aventuras que nosotros, en esta prosaica dimensión cotidiana, nunca seremos capaces de descubrir, aun cuando lo intentemos con el mayor empeño.

Antes de continuar, quiero hacer la aclaratoria de que no expondré aquí el argumento completo de “Toy Story” ni me dedicaré a citar sus detalles técnicos, ya que, por tratarse de un film bastante conocido, no creo que haga falta. Me limitaré a manifestar mis impresiones, las cuales están centradas en los aspectos que me parecieron más interesantes de la historia.

A lo largo de la trama, en la película se presenta una gama de interesantes conflictos, con un carácter tan profundamente humano, que nos obliga a inmiscuirnos en sus peripecias desde, por lo menos, dos ópticas diferentes: una divertida, en primer lugar, debido a que estamos percibiendo una historia concebida para los niños; y otra que se sumerge dentro de una perspectiva ético-filosófica, porque nos encontramos ante un despliegue de actitudes, de visiones de mundo enfrentadas, que escudriñan los problemas más frecuentes que emergen desde nuestro comportamiento.

Al comienzo de la película, por ejemplo, observamos la inconformidad, los celos, podríamos quizás decir, de Woody ante la llegada de un nuevo individuo al entorno donde, hasta ese instante, el vaquero era el indiscutible líder; y este observa, de modo casi impotente, como los demás juguetes se sienten obnubilados, admirados, por un recién llegado que está por completo divorciado del verdadero papel que le toca ejercer dentro de la realidad en la que se encuentra. Tenemos, entonces, a un Buzz Lightyear enajenado, convencido de que no pertenece a este mundo, y a un Woody intentando desesperadamente, persuadirlo de que él no es un viajero del espacio, sino un juguete común y corriente. Esta es una de mis escenas preferidas.

En efecto, este desconocimiento de identidad, por parte del juguete astronauta, y el empeño del vaquero por hacerle poner los pies sobre la tierra, de que asuma su verdadera condición, además de ser uno de los conflictos que desencadena el resto de las acciones, representa un curioso desconocimiento de la personalidad que, al igual que sucede en la ficción, puede acarrear graves consecuencias a los individuos que, en la vida real, actúan asumiendo roles, funciones, que no les corresponden o para las cuales no están preparados.

La otra escena que más me llama la atención en este film, tiene que ver directamente con la que acabo de comentar. Ocurre cuando Buzz Lightyear se entera, toma conciencia, de que Woody tenía razón: él no pertenece a un linaje especial de astronautas que recorre y protege la galaxia, sino que es un juguete replicado miles de veces para que los niños se diviertan. En cuanto mira el comercial de su figura en la televisión, se sumerge en una depresión hiperbólica que lo deja prácticamente paralizado, sin ganas de luchar por escapar de ese niño antagonista, de ese pequeño monstruo enemigo de los juguetes que los tiene atrapado.

Sin embargo, gracias a la magistral intervención de Woody, nace el nuevo Buzz, consciente de sus capacidades, de sus limitaciones y de su misión en el espacio donde le tocó desenvolverse. Y es a partir de este momento en que el conflicto central de la película comienza a desenredarse hacia un final feliz, como tenía que ser en una historia para niños que disfrutan y analizan los adultos.

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