Concursos Cotina : Navidad feliz en familia por @buff4aurelionsol

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El viento golpeaba su rostro con violencia mientras la nieve crujía bajo sus pies, lastimándolos como cientos de cristales helados y cortantes. Veía muy poco, casi nada; frente a ella la niebla furiosa era como una pared que impedía divisar lo que estaba delante. El soplido del viento la arrastraba de vuelta, interponiéndosele. «El susurro del viento era como una risa que se ríe de mi».

Habían recibido hacía unas semanas, aves con el mensaje de que los soldados de su pueblo regresarían. La guerra había terminado y ahora marchaban los soldados en busca del cobijo del hogar. Había sido una guerra contra monstruos que querían pasar por las lanzas a todo aquel que no se hincara de rodillas y aceptara las leyes de odio y muerte que dictaban; eran monstruos que tiñeron de rojo y amarillo decenas de ciudades desprevenidas. Noticias infaustas habían llegado, de todas las villanías que se habían cometido. Habían sufrido todos en carne propia el dolor de irse a dormir sin tener nada en el estómago, debido a que las vías de comercio habían sido atacadas.

Ella se había enterado del fin de la guerra incluso mucho antes de que las aves mensajeras llegaran con las noticias, para cuando llegaron ya había pasados unos meses. Según sus cálculos los soldados debieron haber atravesado las montañas hacía ya unos días. Era obvio que el clima los había retrasado, un clima inaudito incluso para las fechas del año. Este parecía ser el invierno más duro en muchísimos años. Ella había partido de su pueblo hacia las montañas, en busca de sus compatriotas.

Cerró los ojos.

«Debo usarla, sino, no podré siquiera llegar a la cima. Debo arriesgarme. Les debo esto a ellos. Le debo esto a mi pueblo. Los niños… los niños quieren pasar la navidad con sus padres. Los padres quieren pasar las fiestas con sus hijos después de tanto tiempo sin verlos. Mi pueblo se merece un tiempo de paz. ¡Se lo merecen!» Hasta pensar le costaba con todo aquel viento, sin embargo sacó fuerzas de lo más profundo de su cuerpo y creo una barrera frente a ella que disipaba el viento que la golpeaba. Ella apretó sus puños, abrió los ojos y caminó incluso cuando le dolía al caminar. Aquella caminata no era nada con todas las cosas que había atravesado su pueblo, no era nada como estar en frente del campo de batalla contra hombres y sus criaturas mortíferas. Se mantuvo moviendo las manos lo más que pudo, debido a que cuando las dejaba mucho tiempo quietas sentía que se entumecían; temía que pudiera perder un dedo o la mano completa.

Cuando llegó a la cima de la montaña se sentía a desfallecer pero se limitó a sonreír con debilidad, había logrado llegar hasta ahí, así que lograría su cometido. Ella alzó su mano. Respiró profundo. Y se concentró en llenar su cuerpo con el poder del mundo…

¡Un ruido! Cuando volteó vio decenas de ojos azules, tan oscuros y azules que los que un humano pudiera tener, de un azul que ardía como el hielo. Sin embargo, todas esas caras las conocía, eran hombres que había visto jugar con sus hijos, hombres que hacían las tareas que sus esposas no podían. Aquellos hombres eran los que habían salido a buscar, sin embargo, tenían una impresión violenta que las espadas que tenían prestas en sus manos no ayudaban a menguarlas.

—¡Soy yo, Ana! —gritó la mujer.

Dos de los hombres se adelantaron e hicieron caso omiso, atacaron a la mujer con sus espadas y estas se vieron impelidas hacia atrás debido a la barrera que había creado la mujer. Los hombres emitían gruñidos salvajes. La mujer simplemente los miraba aterrada. El viento había dejado de soplar. Una criatura totalmente hecha de hielo apareció volando por encima de las cabezas de los hombres que la atacaban; los hombres se apartaron y formaron dos columnas para que la criatura sobrevolara en medio de esta.

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—Por más que les hables, no te responderán. Me pertenecen y no tienen control de sus acciones, sus débiles mentes están bajo mi hechizo. —Comentó la criatura de ojos azules que volaba con postura y voz solemne—. Venías aquí con la intención de utilizar la magia del mundo para tratar salvar las pobres vidas de estos hombres. Sométete a mí. ¡Tú me ayudarás a traer de vuelta a mis hermanos y hermanas!

—¡Tú eres una de esas criaturas que incitaron esta guerra que ha traído tanta pena y dolor! ¡Jamás te ayudaré a traer de vuelta a quienes trajeron tanto dolor al mundo!

La muchacha soltó un grito al sentir un dolor intenso por todo su cuerpo.

—¡Harás lo que yo diga, te haré gritar de dolor hasta que pierdas toda esperanza de luchar contra mí!

Las lágrimas le corrían por las mejillas a la muchacha. Se levantó y le asestó una mirada furiosa y determinada.

—¡No eres nadie para hacerme perder la esperanza ni a mí ni a mi pueblo! ¡No tienes poder aquí, criatura inmunda! ¡No puedes hablar de esperanza cuando no sabes lo que es! ¡Yo cargo sobre mis hombros la esperanza de mi pueblo! ¡Mi pueblo tiene esperanzas de ser felices y merecen vivir así!

Una luz intensa apareció alrededor de la mujer y coronó todo aquel lugar.

Se dijo que aquella noche se vio una cruz enorme coronando la montaña. La criatura había muerto y los hombres habían recuperado el control sobre sus cuerpos. Cuando ellos llegaron con la mujer en brazos al pueblo fueron recibidos como héroes. El viento que había estado atacándolos hacía unos meses había desparecido aquella noche, lo que había permitido a los habitantes de aquel lugar decorar su pueblo como era costumbre en navidad.

Ana cuando tuvo las fuerzas necesarias para caminar, notó todos aquellos arreglos y le contaron todo lo que había acontecido.

—… por eso eres la ha logrado todo esto, Ana.

La mujer negó con la cabeza.

—Se equivocan. Fui capaz de usar esa magia por ustedes. Ustedes fueron lo que hicieron posible todo esto. Sin su amor, si sus deseos y la felicidad de estar junto a los suyos, nada de esto hubiera sido posible. Ustedes logaron que la hermosa y pura magia de la navidad fuera posible. Ahora solo deben disfrutar los frutos de sus esfuerzos: ser felices junto a sus seres felices.

Aquellas palabras dieron paso a que todos en aquel pueblo pudieran sentirse orgullosos de sí mismos y disfrutaran de aquella ocasión como nunca. Las risas sobraron en aquella noche y cuando pasó una estrella fugaz, ella pidió de deseo que aquella felicidad fuera eterna.

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Espero que esta publicación haya sido de su agrado. Me gustaría invitar a participar a: @nestowo, @escipergo y @awaisuarez.

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