Steemit Engagement Contest3 / Disfrutando con mi esposa/ por @cruzamilcar63

Debo aclarar, desde un comienzo, que en lo que se refiere a la diversión con la familia, hemos tenido dos etapas signadas por esas realidades que el destino nos impone y debemos asumirla con la mejor aptitud posible.

_{Junto a mi esposa en la antigua iglesia del poblado de Arenas, Cumanacoa, estado Sucre/ Imagen de mi propiedad.}

Anteriormente, digamos que hasta el 2016, los eventos que celebrábamos, tanto en nuestra casa como en los hogares de otros parientes, se sucedían con frecuencia. Cualquier excusa era buena para celebrar un cumpleaños, para cocinar una parrilla o cualquier otra comida emblemática de la cocina venezolana; no era extraño que cualquier sobrino llevara a cabo la primera comunión, o se bautizaban a los más pequeños, lo cual también se convertía en una oportunidad para festejar; las bodas y las graduaciones, por su parte, no eran habituales, pero cuando las había, la fiestas, con seguridad, eran espléndidas.

En ese tiempo, por lo general, programábamos los viajes tomando en cuenta a toda la gran familia. Siempre que nos disponíamos a trasladarnos hacia otros destinos era usual formar una caravana de, por lo menos, cuatro o cinco automóviles. Se trataba, en verdad, de tremendas diversiones que sucedían a través del camino y una vez que llegábamos al final de la ruta. Pero un día la crítica situación económica, social y política del país, obligó a nuestros hijos a emigrar, y ellos, por supuesto, se llevaron igualmente a los nietos; se alejaron de nosotros en búsqueda de una mejor calidad de vida, y aquí nos quedamos, añorando a esos muchachos que no puede sustituir ni la mejor videollamada.

Sin embargo, llegó la segunda etapa, la actual. Después de haber pasado el trago amargo de la ausencia, mi esposa y yo, a quienes nos encanta viajar para conocer, sobre todo, la cultura las tradiciones y la música de nuestro país, acordamos que debíamos ahorrar céntimo a céntimo para realizar, ahora desde la perspectiva de una pareja sosegada, sin las urgencias que imponen los hijos y los nietos, algunas visitas turísticas a esos rincones renombrados del país que no conocíamos, o que conocimos demasiado de prisa.

Ha sido una experiencia distinta, en el sentido que podemos permanecer, sin ningún apuro, tranquilamente en donde nos plazca para observar con detenimiento una iglesia, un puente antiguo, un museo o cualquier otro sitio de nuestro interés. Mi esposa, que es una consumada practicante de las manualidades, ahora no tiene reparo en visitar todas las tiendas de este ramo que encuentra a su paso. Esa actividad tuve que aprender a disfrutarla con ella. En un principio, me perdía cuando me explicaba sobre las técnicas, los materiales y cosas por el estilo: pero después me hice tan experto como ella y yo mismo le señalo donde existe una venta de artesanía para mirarla contenta.

Hemos paseado por la Isla de Margarita, por Maracay, por Falcón, por algunos rincones hermosos del estado Sucre que no habíamos tenido la dicha de conocer, por Bolívar, por Caracas, por Monagas y por cuanto pueblo alejado de nuestra residencia en el estado Anzoátegui. Y lo mejor es que, en cada una de nuestras incursiones fuera de la zona en que vivimos, nos detenemos a compartir con la gente, a conocer de sus costumbres, a trabajar, incluso, con ellos.

No es nada raro, entonces, que de vez en cuando pasemos una noche entera cantando con unos músicos carupaneros o que participemos en un velorio solo para apreciar cómo se desenvuelven los lugareños ante los ritos de la muerte. En el transcurso del año pasado no pudimos salir, no obstante, para las vacaciones de agosto de este 2022, ya estamos planificando un interesante periplo.

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Invito a las amigas: @aplausos, @evagavilan y @felixgarciap.