VIGÉSIMO TERCER CONCURSO DE ESCRITURA Y PINTURA - LLUVIA ESMERALDA, historia por @zmoreno

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Ya no le quedaba fuerza para caminar más. Había exprimido la última gota de su voluntad para viajar hasta las ruinas del legendario escondite de la fallecida reina, cosa que, como aventurera e historiadora innata, la enloquecía y la electrocutaba de energía. Para ella representaba una necesidad caminar sobre las arenas verdes y escamosas del reino perdido; llenaría sus huesos de la cepa monarca y sentiría por sí misma lo que padecieron sus ancestros cuando la lluvia esmeralda infectó la región para convertirla en el fósil inamovible de una tribu ancestral.

Antes de partir, se consiguió con toda clase de noticias espeluznantes: las personas que entraban ahí no salían..., tras las ruinas se encontraba la misma desdicha que acarreó a los antiguos habitantes de la región. Pero, ¿cómo iba a saberlo sin intentarlo? No era la clase de persona que se dejaban asustar por la muerte, ¡no, eso nunca! Así que tomó su mochila, su equipo y provisiones suficientes para un viaje largo de ida y vuelta bien planificado. Ya que nadie se atrevía a llegar en cualquier vehículo hasta la zona manchada de esmeralda y no existía un solo caballo que no retrocediera ante tal desastre natural, le tocó recorrer con sus propios pies la enorme distancia que tenía en frente; kilómetros de llanura y soledad, animales ruidosos y tinieblas nocturnas.

Mediante se acercaba a la tierra esmeralda y a su atmósfera de peligro, era más difícil moverse; su cuerpo se agotaba y las cosas se hacían difíciles de superar. El aire de esas zonas era pesado, caliente y húmedo. Estaba delgada y débil; sentía una presión y un ardor enorme sobre sus hombros. Sólo quería llegar hasta el lugar, así que continuaba. Cuando divisó el anillo dorado de tamaño monumental, sintió cómo sus venas se electrizaron y aumentó el paso. Era la señal, la entrada a un nuevo mundo.

Atravesó un límite demarcado en la tierra; rompió una cinta policiaca de los tiempos centenarios y saltó hasta la tierra verde y escamosa. Inmediatamente percibió cómo una especie de baba se insertaba en sus zapatos. Estaba sedienta, así que ignoró por completo las garrafales cumbres de color esmeralda que se levantaban a su alrededor y se arrodilló a beber del riachuelo.

Ocurría un atardecer hermoso; el cielo lucía como un tapiz naranja y su piel reposó del enorme sol furioso de la región. Luego de ingerir agua suficiente, se sentó y empezó a arrancar las piedras de fuerte color verde del suelo. Tenían una consistencia grumosa y algunos de los fragmentos color aguacate se sumaban a su piel como manchas inamovibles. La quemaban y molestaban, como picaduras venenosas de insecto.

Extrañada, intentó soltarlas, pero se habían vuelto parte de ella; estaban dentro, muy dentro, clavadas en su sangre y piel. Con miedo, sin respiración ni control, retrocedió. Se chocó contra la enorme construcción de pico esmeralda. Entonces, con fuerza, la vio como no la había observado antes: su estatura, su color, las sombras dentro de ella. Y entendió.

─¿Reina?

Junto al río estaba aquel enorme monumento de color verde. Dentro, un cuerpo solidificado por los años y la lluvia. Había intentado huir de la esmeralda fallidamente.

Y a su alrededor descansaban centenas de estructuras iguales: picos altos y enormes de arraigada colocación.

Como último recurso, intentó correr. Partió como si sus piernas nunca hubieran sobrevivido a los kilómetros de llanura y aire, pero sus venas, ramificaciones de forma extraña en su cuerpo, brillaban en un fuerte color verde. Con las piedras de esmeraldas aferradas a su piel como cicatrices sangrientas, escapó, manchada por vida por aquel verde mortal.

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Espero que les haya gustado mi historia. Agradezco la oportunidad de participar en este concurso, ya que me parece muy divertido escribir este tipo de historias basadas en una imagen y ver las miles de interpretaciones artísticas que diferentes personas pueden darle a lo mismo. Si te interesa participar también, puedes conseguir el concurso aquí. ¡Saludos!