En los últimos cincuenta años, maquinas y artilugios de todo género han introducido cambios verdaderamente revolucionarios en nuestro modo de vivir, ofreciéndonos magníficas oportunidades para el desarrollo de la responsabilidad, así como infinitos recursos para la formación de una personalidad equilibrada y sana en niños y niñas.

El mundo exterior llega hoy hasta nuestros pequeños, a través del cine, de la radio y la televisión, y, según el lugar que ocupen en su vida, pueden constituir una fuerza constructiva o destructiva.

Los periódicos, revistas y libros de historietas dedicadas al mundo infantil dan, en ocasiones, una visión de la vida en la que predominan la violencia, la truculencia, el crimen. Y es algo que exige tiempo, reflexión y paciencia explicar a los niños el mundo de modo que lleguen a adquirir exacta noción de los valores que deseamos ver arraigar en ellos. Solo así crecerán como deben crecer: amables, valerosos, con fe en sí mismo y en los demás.

En la actualidad la televisión es como el cine en casa. Para los niños de 3 a 10 años, que encuentran dificultad en el lenguaje, las imágenes son mucho mas fáciles de entender y recordar. No hay necesidad de hacer trabajar a la mente. La fijeza de concentración en la pantalla produce, además, como una suerte de trance hipnótico. Todo desaparece entonces, todo...menos las imágenes, que flotan en la mente produciendo un efecto falsamente satisfactorio que se transforma en hábito.

Si un niño, después del ir al cine, se muestra inquieto, excitado, irritable, es señal inequívoca de que no está aún maduro para asistir con frecuencia a este espectáculo. La frecuencia es algo que depende, ademas, de lo que se va a ver. La frecuencia con que el niño vaya al cine es algo que debe resolverse en razón de su edad y de los programas a su alcance. El efecto que le produzca el espectáculo es otro factor, tal vez el más importante que hay que tener en cuenta.

En resumen los gustos de nuestros hijos son reflejos de los nuestros. Esto quiere decir que debemos preocuparnos de desarrollar nuestro buen gusto y espíritu crítico en relación con las películas y los programas de televisión. Significa también que podemos ayudar en gran manera a la madurez de nuestros hijos en éste como en otros terrenos.

Fomentar en familia el buen gusto respecto al cine y la televisión, para que el niño aprenda a elegir sus diversiones. No acepte pasivamente lo que haya al alcance de la mano.