Detrás de la puerta. Todos los días pasaba por el frente de aquella casa. Todos los días veía la misma fachada. Nada cambiaba, nada se modificaba, siempre igual a pesar de nunca ver signos de vida en aquella vivienda. De mañana, de tarde, de noche, el resultado era el mismo.

Regresando a casa luego de una noche de farra, ya eran más de la media noche, al acercarme a aquella casa que muchos consideraban embrujada pode ver que el piso frente a la misma estaba lleno de agua. Me extraño porque a pesar de haber tomado un tanto de alcohol estaba seguro de que no había llovido en la noche.

Una silueta en medio de la oscuridad se movió rápidamente al sentir que yo me acercaba. Me detuve sorprendido por aquel acto. Estático pensé por un rato. Después de reflexionar sobre la situación, me envalentone y tome la decisión de avanzar hasta la misteriosa vivienda.

Me acerca y ya con una distancia cercana a la puerta, pude ver como de dentro de la vivienda salía una delgada línea de luz. Era imposible, pensé, todos hemos pensado que nadie se yace en su interior. La curiosidad venció al miedo y con mucha precaución me acerque a aquella puerta marrón.

Pose mi mano en ella y con un leve empujón la abrí dejándome ver su interior. No estaba muy alumbrado, tampoco se encontraba en tiniebla. Una tenue luz iluminaba lo que sería el recibidor. Entre con precaución y a medida que avanza un olor muy fuerte me atacaba.

Avanzaba y a pesar de que mi nariz protestaba, aquel fuerte olor no me desagradaba. Un par de ojos verdes me observaban, luego dos pares más se sumaban. Me petrifique, otra vez con estatua observaba como los pares de ojos se multiplicaban. Sus miradas fijas en mi estaban y como un cazador a su presa me estudiaban.

El silencio fue interrumpido por un fuerte y poderoso gemido. Después de aquel sonido, que fue como una obertura, dio paso al coro de maullidos por quienes estabas en la bruma. Movimientos lentos y precisos eran realizaban los felinos, desplazándose de un lado a otro sin dejar de vigilarme.

El movimiento volvió a mi cuerpo, los latidos de mi corazón ya no corrían y mi respiración volvió a su cauce. Mi concentración estaba en aquellos animales, que a pesar de moverse, no se acercaban al visitante. Una inmensa sombra se movía por la habitación contigua. A medida que se aproximaba, su grandeza restaba.

• Dejen a ese hombre en paz -, Dijo aquella señora dueña de la fantasmal sombra. Una mujer de avanzada edad, las arrugas en su rostro y gris cabellera la delataba. Vestía un antiguo y lujoso camisón, con unas zapatillas finas de alta costura. Sus movimientos eran pausados pero con firmeza. Con esa fuerza se desenvolvía frente a la camada de felinos de la asistían.

Luego de calmar a sus compañeros de vida, la anciana me invito a que la siguiera. Caminaba mostrando el paso del tiempo. A medida que avanzaba por aquella casa, pude ver que todo lo que allí existía. A pesar de que nada era moderno, los muebles mostraban una gran opulencia. Como un gran museo, todo era costoso y añejo.

Avanzamos por la sala para luego entrar en la cocina. A medida que caminaba más felinos aparecían de la nada. Aquella solitaria mujer me invito a sentarme en una de las sillas de la mesa mientras sacada de la alacena unas tazas y unas galletas. Con gran afán y alegría servía el café. Luego se sentó frente a mí y con gran sonrisa me invito a ingerir lo que me ofrecía.

Entre sorbos de aquel elipsis mágico y de mordiscos a las galletas, mi atención se centraba en la historia de aquella dama me narraba. Su vida había cambiado con la muerte de su amado. Sus hijos también habían perecido en aquel trágico suceso. Un borracho que andaba de festejo perdió el control de su vehículo dejando en solitario la vida de aquella mujer.

Con la tristeza que lleva esto, la anciana decidió alejarse de todo y de todos. Pasan los días y ella lleva su vida encerrada en su casa sin salir para nada. Recibe lo necesario por medio de entregas que le dejan en la noche frente a la puerta. Vive en solitario con sus recuerdos. Su vida pasa en aislamiento solo acompañada por la banda de gatunos.

El anuncio de un nuevo día se escuchó en la ciudad. Las campanadas de la catedral las emitió a la hora puntual. Me levante de la mesa despidiéndome de aquella anfitriona que gentilmente me atendió. Me despedí de la camada felina y luego de recibir un abrazo de aquella anciana, cruce el lumbral de que me saco del pasado.

Caminaba hacia mi casa mientras mi mete analizaba lo que había experimentado. Y al igual que ustedes que han leído esta historia, pude entender que no tiene que ser algo especial o con algún misterio las historias ocultas de cada ciudad. No hubo fantasma ni espectros, ni un misterio que no pudiera ser resuelto. Solo la triste forma de una mujer de lidiar con la soledad, aquella silenciosa y fría compañera que toma el vacío dejado por sus seres amados.