Sabía que tenía que regresar, ya eran suficientes años fuera de casa, recordó el camino de salida, la lluvia no los dejaba avanzar, todos iban en silencio peleando con el barro y la incertidumbre, el hombre que los guiaba solo dijo, síganme y fíjense por dónde van.
Más de uno cayó, solo unos pocos llegamos, no podíamos reconocernos.

—Hasta aquí los traigo, ahora le toca a otro.

Pensaba en Ulises, en aquellos viajes que lo extraviaron, ahora regreso, el peligro puede estar en cualquier lugar.

Decidí volver, sin avisos, esperando que mi Penélope haya destejido su rabia, ¿a dónde voy a ir? voy con mis alforjas vacías, con mi derrota a cuestas, a cuántos pretendientes debo vencer, solo tengo el arco de mis lágrimas, quizá me reconozca vestido de mendigo, espero que la lucha no sea ardua, solo espero el perdón y un lugar para descansar o quizás ella dispare el arco y mi llegada será su triunfo.