Llegando a los confines de Apure, en las tierras de Guasdualito se encontraba una mujer muy luchadora pero se la pasaba triste, por causa de una necesidad económica, hacían dos meses se vio obligada a dejar a sus hijos en el interior del país y llegar hasta ese pueblo llanero a trabajar en unos de los hoteles de los que necesitaban personal.

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Ella vivía con una tía quien le ofreció hospedaje a cambio de compañía pues estaba sola y ya era muy mayor.

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En el hotel donde trabaja la querían mucho porque era excelente trabajadora llegaba de primera, hacia todo sin pereza adelantaba su trabajo ayudaba a sus compañeras y se regresaba rápido a atender a su tía.

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Un día en la madrugada en la humilde morada, cerca de donde vivían estas mujeres empezó a cantar un animal bien fuerte “krau-krau-krau”, primera vez que la joven escuchaba aquel sonido y fue a despertar a su tía para que le dijera que animal era aquel que emita ese ruido tan raro, a lo que la tía le contesto que se trataba de un pájaro conocido como Carrao y le conto un a historia acerca de él:

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Según la leyenda Carrao fue un joven que salió a buscar la medicina su madre enferma, pero en el camino se encontró con una fiesta, entre la gente observo a una hermosa muchacha y paso sin ser invitado, con la plena intención de enamorarla.

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A la medianoche se encontraba bailando con la chica que lo tenía hipnotizado con su belleza, en eso se le acercó un amigo que muy serio le dijo: deja de bailar, que te traigo la fatal noticia de que tu madre ha muerto.

El joven, como si no le importara lo que había escuchado, siguió bailando, y dijo a su amigo que el que murió ya murió y el que está vivo sigue vivo, y que habría tiempo para llorar.

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Ya en la madrugada, el joven le preguntó a su amor dónde quedaba su casa, a lo que la muchacha le respondió que le diría donde quedaba el día que aprendiera a ser un buen hijo.

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Al escuchar estas palabras, el joven cayó en cuenta de lo que había hecho y salió del lugar llorando desconsoladamente.

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Dijo que desde ahora vagaría sin rumbo por los esteros y en esos lugares se vestiría por siempre de luto. Por haber sido un mal hijo, “Dios” lo castigó y lo convirtió en un pájaro negro y estaría condenado a llorar en los bordes de los arroyos.

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Pasaban las horas y el Carrao seguía cantando y cantando, todos los vecinos estaban desvelados con semejante escándalo, la mujer se sentía atormentada con tanto alboroto pero se dio cuenta que se le olvido de su tristeza por un rato, pensaba en aquella historia que le contó su tía.

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Al tercer día el Carrao seguía cantando sin parar cantaba “krau-krau-krau”, algo le debía suceder aquel pájaro que no encontraba consuelo hasta que su voz se puso ronca y se escuchaba lejos y aun así seguía cantado.

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A la mujer se le despertó la curiosidad y cruzo aquel pantanal a ver si lo veía y entonces el Carrao abrió sus alas; con ellas cubrió su nido, pudo observar que tenía unos lindos polluelitos y que cada vez quien alguien se acercaba a ellos el emitía esos gritos para alejarlo.

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Llego el día de paga en el hotel, a la mujer le pagaron un bono muy bueno, sin pensarlo agarro las maletas y a su tía de la mano y tomo un bus directo al oriente donde estaban sus hijos, aprendió que el Carrao era valiente que aun sin voz seguía con sus polluelos.. ella tampoco se separaría de sus seres amados, los cuidaría de cerca y los defendería por siempre.

Fin