Yo, que siempre he sido tan desapegado a todo, que me sabe a pepino inglés lo que la fulana gente haga o deje de hacer con su cuerpo o con su alma, que no importa ni un rábano las vueltas locas que cada día da este mundo desquiciado, sentí una extraña atracción por esa mujer pálida que pasó cuando yo estaba sentado frente a mi casa y en el acto un corrientazo ardiente me enderezó la columna vertical.
Cuando vi a la chica con cabellos rosados, su cara maquillada como un cadáver, su pantalones vaqueros convertidos en hilachas sobre su delgado cuerpo, sus zapatos de terciopelo azul que llevaban el paso de su andar furtivo y triste, la curiosidad se me metió en el cuerpo como una espina que no se sabe dónde está pero que sientes cada vez que respiras.
El vértigo hizo una presa fácil de mí y ni siquiera sé decir cómo fue que me encontré a mí mismo caminando como un ridículo espía detrás de aquella fascinante mujer. Cuidando de que no se percatara de mi presencia mientras yo respiraba de lejos el perfume de flores que emanaba de su piel intoxicándome la sangre.
Ya había perdido la noción de cuánto tiempo la había estado siguiendo cuando la vi entrar a ese edificio abandonado. Dios mío, qué hago yo aquí, me pregunté a mí mismo como despertando de un sueño, cuando iba a empezar a bajar los escalones de regreso un rato después de haberla visto abrir la puerta del apartamento marcado con los números 2-02 en una oxidada chapa de hierro y entrar en él.

_{Fuente: imagen proporcionada para el Concurso}

La respuesta llegó a mí de inmediato en forma de un agudo alarido que sacudió las cenizas del polvo acumulado en las bambalinas de telarañas que ornamentaban el pasillo de escaleras en claroscuras tinieblas. Por un rato me quedé tieso y frío como una vara de hielo. No sabía si volverme loco allí mismo, echar a correr como un endemoniado o, peor aún, sacar fuerzas de mi gran cobardía y derribar de una patada voladora aquel umbral desconocido.
¡¡¡Pluff!!! La puerta de madera cayó como un árbol hueco, sin raíces, corrompido. Una bruma sucia se levantó del piso y nubló mi mirada hasta que se fue volatilizando. Lo primero que me impacto al entrar fue el equívoco olor de la habitación, pues allí se mezclaban y confundían el aroma del jazmín y el hedor de huevos podridos en el ambiente ganado por la humedad. Después, me quedé sin habla al ver a aquel ser de dos auras. La mitad derecha seguía siendo la hembra magnética que me había hechizado y la izquierda era un macho escabroso que me miraba con infinito desprecio.
Yo de nuevo no supe qué hacer frente al ser ambiguo que me atravesaba con su mirada suplicante y llena de odio al mismo tiempo. Me está matando, gritó la calavera con el mismo tono agudo que antes había escuchado. Fuera de aquí, intruso del demonio, me dijo el medio hombre con voz gangosa. Tenía los ojos inyectados de sangre y en la mano un pedazo de algodón embadurnado con los colores del lodo con el que empezó a desmaquillarse el lado derecho del rostro.
Ahora estoy frente al espejo, temblando de rabia, pintándome como la recuerdo a ella para ver si de alguna manera puedo salvar a aquella catrina que encontró refugio en mi cuerpo y en mi alma.

_{Fuente: Logotipo del Concurso}

Con este relato participo en el Concurso "Una imagen una historia" la nueva iniciativa que nos presenta nuestra querida compañera @franyeligonzalez, con el apoyo perseverante de la comunidad #worldofxpilar y, de manera especial, el amigo @xpilar.