Dispuesto todo lo necesario para resolver el aparataje de mi sepultura empezó a retumbar en mis oído la manera más rápida y segura sin sufrimiento, pensé que no merecía sufrir ya era bastante lo que cargaba. Tenia meses buscando la mejor forma, pero en ese instante No concebía la mejor manera, busque aquel botín donde guardaba todas las pastillas de ansiedad, y para todos los males que pueda padecer un simple mortal, saque un viejo colgadero que había sido del abuelo de mi padre y por último una navaja que la adquirí en un bazar que supuestamente había sido de un veterano de la segunda guerra mundial.

Todo estaba listo para consumar aquel acto inmerecido porque mi único pecado hasta que aquel demonio se introdujera en mi mente, es haber amado aquella mujer con toda mi alma, y con toda mi devoción, fue suficiente para morir en vida, despecho así lo llaman.

Le pedí al demonio que me dejara un instante mientras me despedía de Dios, lo que quedaba de mi corazón quería pedirle perdón por la decisión de haber escogido aquel Viernes por la mañana como el día infame para morir. Me dispuse hablar con Dios como reclamando ¿por qué permitió que el dominio me sedujera? El bien y el mal siguen en la tertulia, después de algunas lágrimas de tristeza y dolor y otras de rabia e indignación, tomé en mis manos la rudimentaria que generaría mi muerte, en ese instante suena el timbre. Y me pregunté ¿Quién podría tocar el timbre el día de mi muerte?

El intruso o intrusa tocaba como queriendo derribar la puerta, decidí entonces abortar por algunos minutos mi miserable destino y hacer el último contacto con un humano. Me acerca para verificar el infeliz que había interrumpido el viernes por la mañana el día de mi muerte.

Mis ojos avistaron una hermosa femenina, Infrecuente que justo en aquel momento tan drástico para mi destino llegará una invasora tan linda, la curiosidad de saber qué hacía en este lugar abandonado por el resto del mundo, No podía ser una providencia, esto era intencionado una perfecta causalidad por lo divino. Sigilosamente abrí el cerrojo e inmediatamente le pregunté qué deseaba, ella me dijo soy miembro de la iglesia Luz Del mundo y estoy haciendo el trabajo que Dios me comendo, traer las nuevas nueva para todo aquel que en el crea sea salvo y tenga vida eterna. Sonreí un poco, hacia algunos minutos hice lo que llaman hablar con Dios reclamando mi estado de ansiedad y todo el mal que permitió que el demonio compusiera en mi sensible ser, incluso aquel enviado para destruir mi humanidad, la anatema engañosa vestida de mujer.

Aquel semblante causal del viernes por la mañana, resultó la salvación de mi alma, volví. Si, volvía a tener una luz de esperanza, nadie toca una puerta de un desconocido a punto de acabar con su vida un viernes por la mañana, Eso solo lo hace Dios y una Fe que se rehusaba a morir.

Ella Abrió nuevamente sus labios y con sonora voz me dice, Mi nombre es Magdalena, fiel seguidora a los principios Cristianos quiero invitarte a la iglesia, me gustaría compartir contigo de lo que tengo, si quiere proporcióname su número de teléfono y lo recogeremos el domingo por la mañana.

En ese instante recordé una frase de mi última vecina agradable que cada vez que yo le preguntaba algo asistía con un amen. Y solté sin pensarlo aquel ameeeeeen.

Me despedí de ella, me aliste y asistí al trabajo ya no sería un irresponsable, pero había algo que resucitó en mi vida, una sonrisa, una esperanza, estaba vivo.

Llegó el domingo y Magdalena estaba allí puntual sonriente, contenta, yo nervioso mi corazón empezó a latir fugazmente, tenía años de mi vida que mi estómago no se agitaba con los latidos de mi corazón, estaba emocionado.

El que le correspondió llevar el mensaje cristiano habló sobre las pruebas la necesidad de creer en Dios, y dijo aquella frase que me estremeció y me convenció.

“aquí hay un hombre el cual el demonio pretende asesinarlo, pero el creyó e imploró y Dios lo liberó de la muerte y te recuerda que tú eres su creación y que siempre estará contigo.”

Lloré, eso era conmigo, seguí llorando y ese día decidí seguir a Cristo como testimonio de fe, ya han pasado 10 años, siguiendo a Cristo Casado con magdalena 7 años y 2 preciosos hijo, Dios me devolvió al doble aun fallando como un simple humano.

Sigo diciendo amen, como aquel amén que aprendí de mi última vecina en los días de agitación emocional de un viernes por la mañana.