"UNA IMAGEN, UNA HISTORIA": Don Vicente y el Espanto por @nexcis

Don Vicente, es un señor muy querido en toda la comunidad, porque además de sentarse diariamente en un banco en el parque para leer la biblia, deja que se le acerquen los niños y junto a él hacen una rueda, todos sentaditos en el suelo; algunos llevan sus sillitas y escuchan atentamente las historias que les narra de sus aventuras o experiencias; sino les explica la palabra que esté leyendo en ese momento de su libro preferido: La Santa Biblia.

Él era ya un anciano, pero su mente y su imaginación rondaba la edad de los niños que se sentaban justo a él; Juancito le dice: Don Vicente, cuéntenos de su aventura con "el espanto", a lo que el viejo Vicente sonríe con cara de picardía y dice: - Pongan atención a lo que voy a contarles, no hagan ruido, contengan la respiración, al más mínimo ruido puede hacer aparecer el hombre sin cabeza. Mientras decía esto, los miraba uno a uno a los ojos.

Los niños quedaron impactados por aquellas palabras, tanto así que no se atrevían a hablar ni a moverse.

Empezó diciendo: Por allá en mis años de mozo, estaba yo entusiasmado o enamoriscado de una doncella muy linda que vivía en el pueblo vecino al mío; para poder visitarla y cortejarla debía ir a pie por un camino de barro; porque aún no construían la carretera. Y para colmo yo hacía mis viajes de noche porque en el día estaba ayudando a mi taita (papá).

Una tarde, justamente en el ocaso, emprendí mi viaje conquistador. Como eran las fiestas del Santo Patrono del pueblo, había fiesta y celebración en la Plaza. Le llevé flores a Virginia, quien me esperaba en la plaza sentada en un banquito muy parecido a éste. Le tomé sus cálidas manos, y entrelazando sus dedos con los míos le recité poemas de amor. Así transcurrieron las horas y al darnos cuenta ya eran las 12:30 de la madrugada. Acompañé a Virginia a su casa y con un poco de temor por mi regreso en la oscura noche caminé hacia el sendero tenebroso. Este era un camino solo iluminado por la luna y las estrellas, porque para el momento no había tendido eléctrico.

Sólo se escuchaba el sonido de mis pisadas y la de los animales que habitaban la trocha por la que transitaba, grillos, ranas, búhos; pero en mi imaginación ya empezaba a escuchar sonidos de lamentos y gritos de horror. Mi corazón palpitaba descontroladamente, trataba de correr y no podía. Estaba en chock. Por un instante voltee lentamente mi cabeza y vi la silueta de un hombre montado a caballo. Era el "jinete sin cabeza". Pegué un grito y corrí lo más rápido que mis piernas me lo permitían, cuando de repente tropecé con un tronco y caí al suelo, enterrando la cabeza en un charco de lodo que se había formado en la tierra; la brisa soplaba fuerte, parecía que volvería a llover; "Lo que faltaba" pensé yo. Como pude me puse de rodillas cuando sentí un fuerte golpe en mi espalda y caí nuevamente en el lodo. Levanté la cabeza y no había nadie. En ese instante el silencio reinó y se escuchaba solo mi agitada respiración.

Una vez de pie me percaté que se me acercaba una gran muchedumbre que venían con antorchas y gritando algo que no podía entender... Al irse acercando pude escuchar: ¡CHIQUITO! gritaban todos. Al verme todo sucio y pálido del miedo, me preguntaron qué hacía yo solo por ese camino desolado y oscuro. Yo no podía articular palabra y me dijeron: Estamos buscando un Gran Danés que se le escapó a un vecino y se llama Chiquito; lo vieron venir hacia acá; tuviste que toparte con él.

Me acompañaron a mi pueblo y siguieron buscando a "Chiquito el Gran Danés". Esa fue la última vez que salí solo a esa hora de la noche por un camino al que no era seguro transitar sin una luz que me guiara y diera confianza.

Esas historias que yo les estoy contando dejaron de escucharse cuando comenzaron a poner bombillos e iluminar los pueblos; pero yo recuerdo claramente como si fuera ayer la terrible experiencia de haber visto un espanto.