Nadie sabe cuándo comenzó ni dónde, solo cuentan que una vez unos caballos, cansados de ser maltratados y obligados a hacer carreras de grandes distancias y cargar enormes pesos, decidieron reunirse y buscar una solución. Ante las innumerables quejas, cada uno fue proponiendo ideas, las cuales fueron rechazadas. Hasta que una de ellas llamó la atención de todos: ¿por qué no crear un animal divino parecido a ellos?

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La idea inmediata fue disfrazarse, pero todos hacían ver que mientras más cosas extrañas se pusieran, serían menos ellos y la idea era seguir siendo caballos, pero sin trabajar ni hacer mucho. En ese instante alguien preguntó por qué no se ponían cuernos y los demás le hicieron ver que existían bastantes animales con cuernos y no eran divinizados por el hombre. Pero si solo nos ponemos uno, entre la espesa crin, tal vez sería suficiente, dijo sin darse por vencido y todos aplaudieron la idea.

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Desde ese instante, en alguna parte de las nubes, quizás al final del arcoiris, muchos caballos pequeños tienen baúles llenos de cuernos que cada tanto se ponen en la frente y salen para descansar un poco de su vida equina. Lo de las alas transparentes y poderes mágicos, los caballos dicen que son inventos de los hombres.

HASTA UNA NUEVA HISTORIA, AMIGOS