Desde hace mucho tiempo las Rocas Doradas han sido el hogar de mi familia, oriunda del Mar del Norte. Aquí nacieron mi abuela y mi madre. Mi bisabuela nació y murió en el Mar del Norte. Su muerte hizo vibrar todos los mares, así nos enteramos que había entrado a otra dimensión la Reina de la Colonia de sirenas del Mar del Norte.

Mi abuela se enamoró de un tritón nómada y juntos recorrieron los siete mares. Esas historias son los cuentos infantiles para todos los niños nacidos en las Rocas Doradas. Pero a la hora de nacer mi madre decidieron aposentarse en el Mediterráneo. Las cuevas subterráneas de la Rocas doradas eran un excelente sitio para ver crecer una familia, la de mi abuela no fue numerosa. Sólo tuvo dos hijos, mi madre y mi tío Tritón Oro, a quién llamaron así por la tonalidad que brillaba en sus escamas, compitiendo con el de las Rocas Doradas. Mi mamá por el contrario, parece familia de la luna, por el brillo plateado que irradia.

Mi abuelo se fue de la vida de la abuela así como había llegado, entre las turbias aguas de las alborotadas olas de una tormenta de verano. Mi abuela cantó su dolor con tal fuerza que muchas naves llegaron a las Rocas Doradas, con tripulaciones que seguían sus cánticos sin saber exactamente que estaban siguiendo ni porque. Durante meses debimos permanecer ocultos en nuestras cuevas, para evitar que descubriesen nuestra morada, porque a los humanos se le hace difícil entender la diversidad.
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Aquellos días oscuros pasaron. El canto de la abuela también atrajo a muchos tritones y a muchas sirenas que estaban dispersos en aguas del Mediterráneo. La Colonia creció exponencialmente. Mi abuela se convirtió en Regente de las Rocas Doradas y el Tritón Oro encontró entre las recién llegadas la sirena de su vida. Mi tía Selena es realmente hermosa, aún más que mi mamá. Mis primas heredaron las cabelleras doradas, no se sabe si de mi tío Tritón o de mi tía Selena, ya que su tono de cabello es igual.

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Actualmente estamos de nuevo en peligro. En forma esporádica se acercan navíos con equipos de estudio que hacen submarinismo y se llevan muestras de los suelos y paredes de las rocas. Quienes se sumergen son seres metálicos, los humanos no pueden alcanzar las profundidades que alcanzamos las sirenas, pero parece que los metálicos sí.

Estuve espiando los navíos, escuché expresiones que desconozco: coltan, tantanita, cobalto, telurio y "tierras raras". Pero hablan de depósitos muy valiosos. Se lo comenté a la abuela y ella después de una buena regañina, me hizo prometerle que no lo haría más. Eso fue ayer. Hoy nos estamos convirtiendo en nómadas, migrando en búsqueda de un nuevo asentamiento. No puedo llorar, pero lo hago, es mucha historia la que estamos abandonando, pero si los mayores tomaron tan rápido esta decisión es que realmente corremos peligro.

¡Adiós Rocas Doradas! Quedaron algunos vigías para observar a los intrusos. Espero que pronto podamos regresar.