CONCURSO: "PALABRAS INSPIRADORAS" - Hijos, regalos de Dios.

Éste es un concurso muy agradable que permite expresarnos libremente y traer nuestros afectos para los amigos. La palabra de esta semana es bella, bellísima. Díganmelo a mí que cuento con dos hijos.

La palabra hijo sugiere directamente las palabras, maternidad, madre, paternidad, padre. Forman broches. Las separaciones son accidentales y el amor incondicional, especialmente de las madres hacia los hijos.

La fotografía que les comparto es de hace cinco años, con mis dos hijos. Y cuando reviso los cambios que hemos vivido desde entonces, me parece que pasaron muchos más; ya no vivimos juntos, ya son mínimas las actividades que nos involucren a los tres; pero el amor sigue igualito, la voluntad de apoyarnos sigue estando presente y la esperanza común es que pronto podamos compartir en persona, al menos en momentos significativos.

Mis hijos son mis amores y mi orgullo. En esto creo que coincido con todas las madres, porque los hijos se convierten en la razón de nuestra existencia, son nuestro corazón externo y nos vamos acostumbrando a mirar el mundo desde sus ojos, por eso las madres rejuvenecemos, porque nuestra mirada al mundo está contagiada de los ojos de los hijos y de su juventud.

Cuando existe el dolor de las separaciones, también existe la alegría de los reencuentros, del mágico compartir que la vida nos regala. ¡Hay que aprovecharlo al máximo! Mis hijos siguen estando, gracias a Dios, en el convivir y en la distancia. Internet proporciona esa magia y todos seguimos la vida de todos, por supuesto filtrada por la espera de poder compartir y evitar compartir lo que pueda ocasionar tristeza, cuando es evitable.

Es obligatorio vivir hoy la cuota de felicidad que nos toca y la tristeza que nos inunde, pero sin olvidar que los hijos son el futuro y debemos agradecer a la vida todo el tiempo que podamos disfrutar de su presencia y dejarle todos los recuerdos alegres y la sabiduría que sea posible.

El tiempo pasa, pesa y pisa, pero el amor va más allá de sus fronteras y los hijos trascienden las de los padres. Y como las flores, aun en el mismo ramillete cada uno encontrará su propio ángulo para desarrollarse y para disfrutar del sol.