Habían pasado muchos dias desde aquel momento en que el mar se levantó a muchos metros, rugiendo cual león enfurecido para arrasar con todo a su paso. Casas destruídas, objetos flotando en lagunas enormes, solo destrucción era lo que percibía cuando abrí mis ojos. No sé en que momento la corriente me arrastró, luché para salir a flote, muy a pesar de mi desventaja eterna, nunca aprendí a nadar.

Una fuerza poderosa quizás logró salvarme, tenía todas las de morir. Siento un gran pesar, no sé donde está mi familia, si aún viven, no veo a nadie a mi alrededor, solo aquella esfera flotando que parece ser la cúpula de alguna edificación, en este momento no recuerdo cual.

No sé cuantos dias han pasado, necesito nadar hacia algún sitio firme, algo en tierra, no veo nada. Sin embargo, mi corazón no pierde la esperanza, buscando la luz siempre, así decía mi padre, me llama la atención el color dorado, un halo muy lindo, una luz que emerge del agua un poco más allá, también veo como notas musicales flotando en el cielo en esa misma zona, quizás sea mi imaginación, debo llevar muchos dias sin comer nada.

Trato de nadar aferrada a un pedazo de algo que flota en la superficie, me arrastro poco a poco, me llama esa luz, luz dorada que sale del agua, llego hasta ella y me doy cuenta que viene de las profundidades, me siento embrujado, fascinado, no puedo controlar mis impulsos.

Lentamente, me sumerjo, voy hacia el fondo del mar, no sé nadar pero no puedo evitarlo, allá a lo lejos está y yo, buscando la luz siempre, hasta ella quiero llegar, cierro mis ojos, me invade una inmensa paz, no recuerdo nada más...