Un día estaba nadando con mis amigos en una piscina como de costumbre, pues practico natación, y esa es mi mayor pasión, planificamos ir a la playa y poder compartir una experiencia diferente, de aguas abiertas, algo nuevo para mí, ya conocía el mar pero nunca había nadado tanto y ante tanta profundidad.

     Aquel día de mayo me sentí emocionada, llegamos a un sitio realmente maravilloso, las nubes de aquel lugar hacían contraste con una montaña de fondo, y la orilla había quedado atrás, nadamos tanto que sentía que estaba en la mitad del mar, jajaja, pero el mar no tiene fin, no tiene medida, no tiene mitad, el cielo con nubes y a la vez azulado me invitaba a continuar adelante, porque no podía amilanarme antes las adversidades que se me presentaran en el camino.

     Este espléndido día me hizo entender que el agua es parte de mi vida, esa agua que corre como el tiempo y que es tan fuerte como yo, pues siento que soy fuerte, muy pero muy fuerte, es por eso que me identifico con el mar, y quiero lograr llegar lejos en lo que apasiona, y con la ayuda de mis padres que son como la corriente del agua sé que podré alcanzar todos mis sueños.

     Espero en algún momento de mi vida regresar a este sitio, volver a contemplar este paisaje tan hermoso, y tal vez escribir un poema, un cuento o un relato y posteriormente seguir remando en algo tan hermoso como lo es la vida, vida que nos da momentos buenos, serenos, profundos, especiales, difíciles, pero solo tenemos que alzar la mirada al cielo, observar la luz que este nos da y seguir luchando por lo que queremos obtener.