Era una señora llamada Domitila y su hijo Luís que vivían en un pueblo un poco alejado de la ciudad, en una casa humilde, tenían un pequeño conuco, llevaban una vida sin premura, los días pasaban aletargados, sin más que realizando las actividades de rutina, una madrugada Domitila sintió unos pasos en la entrada de su casa, inclusive le parecía que sacudían los pies cual baile de joropo, que la atemorizaron y la hicieron pensar muchas cosas, será un animal, a lo mejor un fantasma, el miedo no la dejo levantarse de la cama, sin poder dormir al rato sintió cuando los pasos se alejaban, casi todos los días escuchaba estos pasos, hasta que una madrugada sin despertar a su hijo se armo de valentía y fue a ver de qué se trataba, para su sorpresa era un vecino que venía a buscar madera de un árbol que hacía tiempo derribaron y antes de irse descansaba un rato en la entrada de su casa, la mujer suspiro de alivio y ese día pudo dormir tranquila.

Ventana de la casa.

Al poco tiempo volvió a escuchar unos pasos y pensó eso debe ser el vecino y trato de conciliar nuevamente el sueño, cuando de repente sintió que la cama se movía y se dijo esta temblando, es un sismo, al sentarse en la cama y disponerse a despertar a su hijo vio una persona parada frente a su ventana, su corazón salto de susto y en segundos esta persona estaba adentro de su habitación, se quedo paralizada, aterrada, no podía creerlo, era un hombre vestido con un uniforme militar parecidos a los que ella habia visto de la época de la independencia, color rojo y con botones en lo que ella llamo perchera, era alto, elegante, con bigotes y pelo canoso, inclusive con su espada, la mujer no salía de su asombro, en segundos pudo detallarlo, sin saber cómo lo hacía ya que era de noche, se dijo un espíritu y comenzó a rezar lo que en ese momento se le ocurrió, entonces el hombre sin moverse le relata que él se había quedado en estas tierras por que andaba de paso en una misión militar, pero que tenía sus terrenos en la parte más septentrional del estado Cojedes, que ya no quería seguir aquí, que lo ayudara y ella sin poder moverse no sabía qué hacer más que seguir pidiendo a dios, a duras penas podía pensar, continua diciendole que hace mucho tiempo vivió aquí en una pequeña choza, este espíritu le señalo un lugar al pie de un árbol muy grande, centenario que había en el patio, que allí tenía enterradas sus pertenencias y que ahora eran de ella, en un parpadear todo termino, desapareció el fantasma y ya estaba amaneciendo, la mujer no podía salir de su asombro, recordando los detalles de lo que vio, decidió no contarle todavía a su hijo….

Árbol Centenario

Amigos hasta aquí mi historia, les dejo a ustedes que imaginen el final, será que Domitila busca las pertenencias enterradas, las encontrará, o Domitila solo tuvo un mal sueño ???