Hola comunidad steemit, atendiendo al llamado de nuestra amiga @franyeligonzalez aquí les traigo esta historia que espero les guste.

El naufragio

La mañana de aquel sábado me despedí de mi esposa y con maletas en manos tomé un taxi rumbo al muelle de San Francisco, pues mi barco zarparía en dos horas con rumbo a la ciudad de Panamá.

Mi esposa se quedó preocupada porque el informe meteorológico anunciaba mal tiempo por la época de invierno. Yo ya estaba acostumbrado a aquella rutina, pues mi profesión de marinero me hacía sentir seguro y preparado para cualquier situación que se presentara en alta mar.

Ya en el barco, una hora más tarde se produjo una gran tormenta y la lluvia era incesante y un relámpago tras otro abatió la torre central de mando dañando todo el sistema de comunicaciones y en poco tiempo el barco quedó a la derivan y se hundió.

No hubo tiempo para sacar los pequeños botes salvavidas pues todo fue tan de repente que sin darme cuenta las olas me habían arrastrado lejos de aquel lugar.

A la mañana siguiente desperté en aguas calmadas y se vislumbraba una preciosa isla con montañas y nadé hacia ella y sin fuerza llegué a la costa y cuando pisé tierra firme me desplomé sobre la arena. Cuando volví en sí y me sentí con algo de fuerza me dispuse a explorar aquella isla.

Como estaba muy sediento y el hambre me atormentaba me subí a una palmera para intentar coger unos cocos. Luego de un largo rato trepando logré tumbar varios cocos y ya en tierra, con ayuda de unas rocas, los fui golpeando hasta lograr abrirlos para así tomar el preciado líquido y comer cada trozo de aquella sabroso fruta.

Después de haberme hidratado y recobrado fuerza me dispuse a construirme un pequeño refugio para pasar la noche en ese lugar. Así que tome varias ramas y algunos bejucos en forma de cuerda y tejí una plataforma que me serviría de cama y otra en forma de techo.

De esta manera pasó el primer día, el segundo, la primera semana y nada de que viera la posibilidad de salir de aquella isla. Decidí escribir en la orilla de la playa con rocas y ramas la palabra S.O.S. para pedir auxilio.

Cada día, me acercaba a la parte más alta de la isla y miraba en todos los sentidos para ver si alguien venía, pero todo era en vano.

Ya llevaba más de un mes en aquel lugar y parecía que mis ruegos no eran escuchado, pues cada día al levantarme y al acostarme suplicaba a Dios que me diera una oportunidad para salir de aquella isla y volver con mis seres queridos, pero nada conseguía.

Al día siguiente se me olvidó apagar la pequeña fogata que encendía cada noche en la entrada de mi pequeño refugio, que ya tenía forma de choza, pues cada día, le fui agregando más ramas tejidas, así que mientras fui a sacar algo del río, mi choza agarró fuego y en cuestión de segundos se quemó toda.

Cuando llegué al lugar y vi todo aquel humo solo quedaban cenizas lo que me hizo molestar y reprochar a Dios y aun no terminaba de vociferar malas palabras cuando se escuchó a lo lejos el sonido de un barco.

Y al paso de unos minutos se acercó un bote a la isla y corriendo de alegría les salí al encuentro y ellos me felicitaron diciendo: “que estupenda idea tuvo usted al hacer esa enorme hoguera que pudimos ver desde el barco”.

Yo me arrodillé de emoción y llorando le di gracias a Dios por aquel milagro no merecido por mi poca fe.