Siendo un sábado ya entrada la primavera y dejando las heladas del invierno, en la Parroquia “Inmaculado Corazón de María”, ubicada en la Comuna, Maipú, desde tempranas horas familiares y amigos adornaban la iglesia con flores y lazos blancos, para la gran ceremonia. Natalia, una joven espléndida, de ojos almendrados y sonrisa contagiosa, se encontraba en la habitación de su casa, ajustándose el velo y esperando con ansias el momento de unirse a su amado, Ricardo.
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Entre risas, murmullos y un más que otro cuento, los invitados y algún que otro curioso comenzaron a llegar y llenando casi en su totalidad. Pues Natalia, una de las jóvenes más querida del lugar, siempre soñaba con este día desde que era una niña, imaginando cómo sería su boda y la vida que construiría junto al que fuese su esposo. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, una sombra de inquietud comenzó a cernirse sobre su corazón.
Al llegar a la entrada de la iglesia, un frio temblor recorrió su espalda al notar que todos voltearon a mirarla con unos rostros de preocupación y un ensordecedor silencio. El sacerdote listo en el altar, pero el novio, Ricardo, aún no aparecía. Natalia intentó calmarse, pensando que quizás se había retrasado por un imprevisto. Sin embargo, el tiempo seguía avanzando y el murmullo entre los asistentes se volvió más evidente.
Finalmente, el momento culminante llegó: Natalia, con el corazón acelerado, se dirigió al altar. Al llegar, su mirada se encontró con la de su madre, quien le lanzó una mirada preocupada. En ese instante, en la puerta de la iglesia se apareció de golpe un amigo de Ricardo, visiblemente agitado. Acercándose a la novia le dijo con voz temblorosa: "Lo siento, Natalia," "Ricardo no puede venir. Ha decidido que no está listo para casarse."
Natalia se desmoronó en un instante. Con lágrimas en los ojos, se dio la vuelta y miró a su madre, quien corrió hacia ella. El peso de la traición y el dolor la abrumaron, mientras la realidad de ser plantada en el altar se asentaba en su corazón.
Sin embargo, Natalia tras su ingenuidad y humildad, no era una mujer que se dejara vencer fácilmente. Después de unos momentos de angustia, se secó las lágrimas, tomó una profunda respiración y, con una dignidad renovada, enfrentó a los invitados. "Agradezco a todos por estar aquí hoy. Aunque no es el día que imaginé, estoy decidida a seguir adelante y encontrar mi propia felicidad."
Seguido con un gran gesto valiente, Natalia salió de la iglesia, dejando atrás el vestido de novia que había soñado con llevar. Caminó hacia el atardecer, lista para escribir un nuevo capítulo en su vida, donde el amor propio y la resiliencia serían sus mejores aliados.
Hola hola querido amigo, muchas gracias por tu entrada, me gustó mucho esta historia, algo diferente jejeje, y bueno que le puede pasar a cualquiera la verdad, no es un momento fácil pero debe asumirse con valentía y con mucho amor propio. Sé que Natali no será ni la primera ni la última que pase por algo similar.
Saludos y gracias por participar! 🙂🙏
Pues sí, así como a Natalia son conocidos muchos casos que en este ir y venir en esta vida terrenal han ocurrido y seguiran ocurriendo..
Gracias por pasar y leer la historia querida amiga, me satisface que te haya gustado @franyeligonzalez.
Saludos y que tengas una semana fabulosa..!!
Thank you for your visit and for supporting my publication.
Success to you Team Trailblazers and @event-horizon
Tremendo embarque. Se parece a lo que se ve en las telenovelas mexicanas. Al principio creí que era una sesión de fotos de una boda. Todo fino. Saludos.
Saludos amigo, gracias por pasar a leer esta historia de amor y dolor , y dejar tu comentario.. :)