Después de 3 meses de estancia en la "Isla de Margarita"... "La Perla del Caribe", donde residía Efraín, atendiendo una oferta de trabajo no concretada, él dispuso su regreso a casa, con la familia y amigos, en su pueblo natal. Pero, los ahorros los había utilizado en su sustento, y no tenía los recursos económicos para retornar.

Efraín era un muchacho alto, delgado, cabello castaño claro, corto, ondulado, rostro ovalado, nariz perfilada, ojos negros, pequeños, cejas pobladas, boca delgada, de buen hablar y vestir. Su educación y modales eran notorios. Introvertido, observador, eran otras de sus características principales.

Para viajar desde la isla a su localidad, decidió vender algunas pertenencias, incluyendo lentes de contacto y anteojos correctivos; útiles para él, por su discapacidad visual. Le costó desprenderse de ambos elementos, sin embargo sabía que luego podía recuperarlos.

Se despidió de la familia que lo recibió en la isla, entre llantos y lágrimas. Su mamá adoptiva le regaló una estampilla con la imagen de la "Virgen del Valle", diciéndole entre sollozos:

.- Ella te acompañará, te protegerá durante el camino, y siempre. ¡Esta noche, se manifestará y tú, hijo, quedarás sorprendido! ¡Que Dios te bendiga!

Efraín, llorando, con la voz entrecortada, recibió la bendición de su mamá postiza, exclamando: Amén. Un taxista lo llevó hasta el embarcadero donde abordaría el "Ferry". Al llegar, compró pasaje; de inmediato abordó la embarcación. Dos horas después, en medio de un hermoso atardecer, se encontraba en alta mar.

La tristeza... la soledad, eran su compañía en aquel viaje de regreso a casa, para reencontrarse con padres, hermanos y sobrinos. Por su discapacidad visual y después de tanto llorar, las lágrimas irritaron sus ojos. Decidió caminar hacia las barandillas del Ferry; lo hizo con cuidado para no tropezar. Al llegar a la barandilla, frente a sus ojos pudo ver con claridad la inmensidad del mar, en medio de aquel fresco atardecer.

Sorprendido al ver todo con claridad, con sus manos restregó sus ojos, y al retirarlas sacudió su cabeza de un lado a otro, en señal de negación; no podía creer que veía todo perfectamente. De repente, una voz fuerte a través de unos parlantes, anunciaron el encuentro de los Ferrys. Se trata del paso lado a lado de la embarcación con destino a la isla, y de aquella en donde iba Efraiń a tierra firme.

Algunos minutos más tarde y aún sorprendido por poder ver claramente, a lo lejos, hacia la derecha, comenzó a divisar unas luces que parecían surgir del agua del mar, pero que a la vez se reflejaban en la superficie, poco iluminada por el sol, en aquella tarde agraciada. Poco tiempo pasó cuando las embarcaciones se encontraron una al lado de la otra.

Emocionado e impresionado a la vez, Efraín pudo leer el nombre de la embarcación que tenía justo al frente: "Virgen del Valle". El ruido de las cornetas de ambos navíos y el vuelo de unas aeronaves ensordeció el atardecer y agitó el corazón de él; y con sentimientos encontrados, recordó las palabras de su mamá putativa en la isla dejada atrás. Introdujo su mano en uno de los bolsillos de su pantalón, sacando de allí la estampilla con la imagen de "Vallita". Allí se quedó muy sorprendido, hasta llegar a puerto seguro.

Fue así, como en medio de aquella travesía por el inmenso océano caribeño, ocurrió otro de los milagros de la "Virgen del Valle", cuando Efraín, fue asistido por la gracia divina, al recuperar el sentido de la visión.