NUEVO CONCURSO | "Una imagen, una historia" /Entre vestidos, tocados y zapatillas para la boda/Por @gemamedina

Querida Ana Teresa, qué alegría siento al solo pensar que pronto podrás leer estas palabras que te escribo con tanta emoción. Mañana temprano iré al correo para depositar esta carta en la que te detallo los preparativos de mi boda. Hoy ha sido un día muy agitado, ya a estas horas, casi las once de la noche aquí, me he retirado a mi habitación, a descansar un poco del ajetreo. Como sabes, la fecha de la boda está próxima y los arreglos no han cesado.

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Luis Miguel y yo hemos estado muy ocupados organizando la ceremonia y todo lo que se necesita para que la fiesta quede a lo grande, como siempre lo hemos anhelado. Y esto tiene en revuelo a toda la familia. Los padres de Luis Miguel están muy ilusionados, así como los nuestros, Ana.

Mamá no deja de hablar de la gran felicidad que la embarga al pensar que en pocos días Luis Miguel y yo seremos esposos; si pudieras ver la cara de orgullo que tiene por ser ella la que ha confeccionado el traje de novia de la “a” a la “z”. Solo faltan algunas pruebas y retoques para darlo por terminado. Conoces muy bien a mamá y sabes cómo es de detallista cuando se dedica a la “haute couture”.

No creas que fue fácil decidir el modelo del traje. Yo estaba indecisa entre escoger el tipo Princesa y el corte en A, que fue por el que finalmente me trancé. Ah!, es una locura de traje, sencillo pero no por eso deja de ser glamoroso. Me queda muy bien, resalta y estiliza mi figura y no es vaporoso; la tela es más ligera y le da más soltura, tú sabes que no soy muy complicada en mis gustos, más simple si lo quieres, y por eso sé que en todo caso este va mejor conmigo y con mi personalidad.

Te cuento que el tocado es una fantasía. Estoy segura de que te gustaría mucho y quisieras estar en mi lugar y colocarlo en tu linda cabellera. Ya te tocará, hermana, cuando pases por esta dicha que estoy viviendo yo en estos días.

Paso a describirte el tocado: una peineta entre plateados y dorados, adornada con perlas y cintas, en la que se sostienen unas florecillas de porcelana y hojas de sauco, pequeñitas, hechas con una gran ternura que parecen salidas de un cuento de hadas.

Y lo último, hermana querida, que me faltaba eran las zapatillas. No las había podido comprar porque no había ido al centro, pero hoy me decidí. Así que después de tanto caminar encontré justo las que estaba buscando. Son un primor y quedan muy bien con el traje. Tienen un tacón mediano y fino y dejan el talón al descubierto; quiero que imagines la joya plateada y el delicado lazo que lucen en la parte delantera, sin duda que las amarías como yo. Desde aquí las estoy mirando, sobre la mesa de vidrio y me las imagino puestas ese gran día. Voy a estar tan bella que pareceré una verdadera princesa.

Cómo quisiera que pudieras estar conmigo en esa fecha, hermana, para que me acompañaras a la iglesia. Lo que disfrutaríamos juntas, mientras que me apoyarías en todo, sobre todo, en el arreglo del cabello y del peinado, como solo tú sabes hacerlo. Pero bueno, hermanita, la distancia nos separa por los momentos. Pronto nos la desquitaremos, cuando nos veamos y celebremos juntas la dicha que me embarga ahora.

Anita de mi alma, ya te contaré todos los detalles de la boda, en una carta más extensa. Por lo pronto, voy a descansar para ocuparme mañana de algunas cosas que faltan por hacer.

Nunca olvides a tu hermana que te quiere un montón y te extraña a cada momento de su vida,

Cristina