VIGÉSIMO SEGUNDO CONCURSO DE ESCRITURA Y PINTURA !! / TWENTY-SECOND WRITING AND PAINTING CONTEST !! / #WORLD OF XPILAR

Todavía me acuerdo de aquella vez. Qué espectáculo tan vergonzoso. Es que, miren, yo sabía que iba a pasar algo. Los primos míos estaban embochinchados por ir al río. Ellos me invitaron (o forzaron) a ir, y yo por no ser aguafiestas, acepté su pseudo-secuestro.

Yo no era fanático del río ni nada parecido, pero, uy, me entusiasmé a echarme un baño pa' estar más cerca de ella. La muchacha que tanto me gustaba, Florencia, estaba allí y sentía que me iba con la corriente cada vez que se echaba agua encima. El Llano no había visto flor más bella que ella.

Pero luego se puso turbio. Y no, no hablo del río, hablo del desorden de mis primos borrachos. Más de una hora de ingesta de ron y yo fui víctima de una broma pesada suya. En menos de lo que canta un gallo, me agarraron entre todos y ¡ay, madre mía!, me arrancaron el short y me dejaron el gusanito al aire. La risa de mis primos, la risa de las muchachas, la de Florencia... casi me desmayo.

A lo mejor impulsado por la impotencia, salí del río como un toro a buscar el short que lo habían lanzado lejísimos en la tierra.

Yo buscaba y buscaba el bendito short en la marisma del llano infinito y nada que lo veía, porque, para colmo de todo, era verde. Verde como las herbáceas. Qué desgracia la mía, compai. Después de andar en pelotas por más de una hora, vine a ver yo mi añorado short. Para mi sorpresa, estaba en boca de un chigüire. Yo busqué agarrarlo, pero el bicho salió corriendo como loco y hasta me soltó una risita cuando vio que caí al suelo y quedé de su color.

Yo que gritaba "quedate quieto, animal", y el chigüire que oía "acelera, acelera". El maratón en el Llano ya se me hacía la cumbre de mis desgracias, pero cuando estaba a punto de quedarme con las nalgas pela'as, vi una oportunidad.

Resulta que de la nada saltó un caimán y apresó al chigüire por una pata. Me paralicé por un momento. Creo que hasta dejé de respirar. Allí pensé: "ahora es cuando para recuperar mi short". Pero también pensé: "ahora es que hay espacio en esa colección de dientes". Yo estaba más indeciso que un hombre que le proponen matrimonio.

Finalmente, me decidí a actuar: corrí y me lancé a templarle la cola al caimán como mi abuelo me enseñó. Fue entonces cuando el bravo monstruo soltó al chigüire para encararme a mí. Pero, que va, ya para cuando él había volteado a verme, yo perseguía al chigüire. Su pata malherida hizo que no hubiera un segundo maratón. Más bien, después de vestirme de nuevo, lo cargué cual bebe, para ver quién me lo atendía por ahí.

Gracias a Dios, paramos en una casita no muy lejos de donde estábamos casi al atardecer y unos señores amables nos atendieron con mucho cariño. Al chigüire porque ya lo conocían y lloraban su tragedia, y a mí porque era la tragedia hecha persona: flacuchento, embarrado y sin futura novia.

Cuando agarré fuerza pa' regresar a casa, me despedí con abrazos de la pareja de abuelitos y del chigüire, y al cruzar la puerta de entrada, la vi. Era Florencia, ni más ni menos. Con emoción me contó que me estuvieron buscando toda la tarde. Ella se veía aliviada al verme y saberme bien. Ella estaba allí porque era la casita donde vivía.

Esta historia que les acabo de contar es la historia que le conté a ella aquella nochesita pa' empezar a conquistar a la que es ahora mi novia.

¡Gracias por leerme!

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