Mientras los demás chicos del colegio jugaban con sus zapatos deportivos nuevos, a mi me tocaba cuidar muy bien los mios, no podía darme el lujo de dañarlos ya que eran los únicos que tenía.

Mi camisa tenia que enjuagarla al llegar de clases para darle tiempo de que se secara hasta el otro día, como no había mucho jabón debia cuidar de no ensuciarla. Mis medias, eran distintas, una más alta que la otra, pero con los pantalones largos no se notaba.

Mis compañeros llevaban sus libros en mochilas nuevas y muy bonitas, yo los llevaba en las manos, sujetados por una cinta azul, y en la biblioteca, mientras ellos leían cuentos, yo copiaba las páginas de los libros que no tenía.

Mientras ellos merendaban, yo tomaba agua y hacía las tareas adelantadas para que cuando llegara a casa pudiera ayudar a mi madre a vender los panes de guayaba, o ir a limpiar la panadería para que me dieran el pan del otro día.

Al momento de graduarnos, mientras todos estrenaban ropa y calzados nuevos, lucian sus relojes y otros obsequios, yo vestía una camisa y una corbata prestada, pero siempre mi madre estaba.

Por mi pobreza no tuve muchos amigos, no tenia tiempo para jugar o simplemente sentarme a hablar, debia estudiar y trabajar. Llegó el tiempo de entrar a la universidad, yo quería ser doctor para ayudar a la gente a sanar. Conseguí trabajo en el hospital de mi ciudad, en el barrio donde crecí, limpiaba pisos y sacaba la basura, ayudaba como camillero a llevar pacientes de una habitacion al quirófano o a la sala de rayos X.

Una tarde un doctor me pidió que lo ayudara con un paciente, que necesitaba a alguien que lo sujetara por que debia mover sus huesos para llevarlos a su sitio, yo lo ayudé y mientras lo hacía él me preguntaba qué hacía, y le conté de mi deseo de ser doctor, pero no podia estudiar medicina, no tenía dinero.

Desde entonces, yo ayudaba al doctor, él me explicaba lo que hacia de traumatólogo, por qué lo hacía y como lo debia hacer. Al año, el doctor me sorprendió una mañana, fue hasta mi casa y luego de hablar con mi mamá, me preguntó si aún queria estudiar medicina.

Por supuesto, respondí sin pensarlo, pero no puedo pagarlo, el doctor me dijo que me habia conseguido una beca, y que durante mis estudios podía trabajar con él en el hospital. Una inmensa alegría me inundó, no sabía como agradecerlo, le prometí que no lo decepcionaria, que estudiaría mucho y trabajaría duro.

Así transcurrieron 7 largos años, al terminar mis estudios, me gradué con honores, el número 1 de mi clase, me especialice en traumatología, seguí trabajando con el doctor, ahora eramos colegas, pero él siempre me estaba enseñando.

Una noche, recibí una llamada, del hospital me informaron que al doctor le había dado un infarto, al llegar al hospital, lo estaban estabilizando, lograron salvarlo, en los siguientes días, mientras se recuperaba, yo le pregunté: Doctor, hay algo que usted no me ha contado, ¿Por qué me ayudó a mí?

El doctor me ha dejado en una sola pieza cuando me relató que mi historia habia sido la misma de él, que cuando muchacho, él tenia que lustrar zapatos para ayudar en su casa, con el tiempo se encontró con un doctor que también lo ayudó, que de no haber sido por él quién sabe que hubiera sido de su vida. El simplemente le devolvió a la vida lo que un día la vida hizo con él. No queria vivir más en las "Sombras del Pasado".