Ana era una niña que nació con una extraña enfermedad, sus huesos eran tan frágiles que su madre tenía que colocarla en una almohada para amamantarla.

Así pasaron los años y los padres de Ana siempre le guardaron los cuidados, pero eso incluía mantenerla lejos de los demás por miedo a que la fueran a lastimar.

En sus primeros años Ana fue feliz solo al lado de sus padre y los familiares más cercanos, encerrada en el cuarto y a penas veía otros espacios a través de la ventana.

Le gustaba observar la lluvia, los atardeceres y de vez en cuando la llevaban a la playa pero solo podía ver el retumbar de las olas en la orilla y sentir el olor de la brisa marina, porque no tenía permitido bañarse por el riesgo que corría.

Ana se convirtió en una adolescente inteligente y recibía sus clases vía web y así conoció muchas personas, y le gustaba mucho los animales.

Cuando estaba próxima a cumplir años, quiso que sus amigos la visitaran pero sus padres estaban excéntricos a esa posibilidad.

La joven estaba muy triste así que inevitablemente enfermó, pero sus malestares eran emocionales porque sentía que no quería vivir así.

Y su cuerpo se hizo preso de la enfermedad que desde niña la aquejaba, y su corazón y su mente estaban envueltos en una gran tristeza que resultaba más peligrosa que la misma enfermedad.

Ya ni siquiera se asomaba en la ventana a ver el atardecer, no quería ir a la playa, solo quería morir.

Sus padres desesperados buscaron ayuda, y les recomendaron que Ana debía tener una mascota.

Sus padres temerosos decidieron buscarle un perro y desde entonces todo fue cambiando.

Ana se sentía feliz de tener un buen amigo y lo llamo "Gusy", pero era un perrito tremendo y un día se escapó a casa del vecino, porque allí estaba una linda perrita.

Veronica su vecina, encontró al pequeño travieso y fue a llevarlo. Así Ana conoció a Verónica que era de la misma edad y a su pequeña perrita "Corina".
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Se hicieron grandes amigas y comenzaron a salir al parque a pasear a sus perros. Cuando pasaban cerca de la iglesia, siempre entraban para rezar un poco, Se sentían felices.

Pero para los padres de Ana ese era el momento clave, porque aunque nunca lo habían manifestado, cuando su hija nació, los médicos decían que la niña a penas llegaría a la pubertad porque su cuerpo no aguantaría los cambios y ya era ese momento había llegado.

Pero al mismo tiempo ellos veían que su hija estaba teniendo muchos cambios que los hacía sentir esperanza, así que decidieron llevarla a su control.

Los médicos se quedaron asombrados de ver cómo sus huesos se estaban fortaleciendo. Y que su cuerpo tenía mayor elasticidad.

Y les preguntaron a Ana, que estaban haciendo sus padres para que ella esté mejorando tanto.

La joven le respondió.

Mis padres están viviendo con menos miedo y más fe.

¿Cómo es eso Ana le pregunto el doctor ?

Bueno, doctor ellos primero tenían mucho miedo de dejarme salir y tener amigos y su miedo nunca terminaba al pasar el día. Pero ahora que tengo a mi perrito Gusy, y salgo con mi amiga Verónica y "Corina" su perrita ya ellos no tienen miedo, solo cuando me ven salir me dan su bendición, rezan y piden a Dios cada día porque yo regrese a casa tranquila y su fe y peticiones han sido escuchada por eso yo estoy mejor y siento la bendición de Dios cada día.

El doctor la abrazó con mucho cuidado y le dijo.

Ana me alegra que hayas mejorado, creo que el amor y la fe de tus padre fue escuchada, el cariño de tus amigos te han ayudado por eso eres un milagro.