Era el año 3.000, la contaminación en la tierra había aumentado a nivel tal que los organismos no se podían exponer sobre la superficie terrestre porque los rayos del sol los desintegraban.

Lo más extraño es que el sol y la luna estaban en el mismo momento en el firmamento, era como que una fuerza los mantenía encima del planeta y eso aumentaba el desequilibrio, porque la radiación y las mareas hacían estragos acabando con lo poco que quedaba.

Un grupo de personas hicieron una gran cápsula y en ella resguardaron un trozo del planeta. Era un pequeño manantial cubierto de rocas y en el quedaban restos vegetales que de manera extraña todavía permanecían erguidos ante el inclemente rayo del sol.

Ese día pasó algo extraño, la luna comenzó a desprenderse del cielo y lo que quedaba de la fuerza gravitacional hacia que callera suavemente.

Y se precipitó sobre la cápsula, las personas pensaron que había llegado su fin. Pero al estar cerca, la luna se detuvo y parecía que los protegía del sol.

En uno de sus extremos, se le habían formado cristales de radiación que quedaron sobre el manantial.

Y ocurrió algo maravilloso, los cristales hicieron que los restos de árboles se iluminaran activando la crorofila que aún había en ellos.

Y así se comenzó a purificar el aire del planeta, el día que la luna bajo del cielo.