Una imagen una historia
En la gran ciudad de Valencia, donde siempre están sus calles llenas de gente y el ritmo de vida siempre es ajetreado, hay una intersección en una de sus esquinas más concurridas que es testigo de una cantidad de historias y personajes. En esta ocasión contaré la historia de un día cualquiera ocurrido en el mencionado lugar.
Eran las 7 de la mañana y la ciudad comenzaba a despertar, las personas activas y preparadas para ir a trabajar. En la intersección, las personas comenzaban a cruzar la calle, cada una sumergida en sus pensamientos y tomando caminos diferentes.
Entre ellos se encontraba una joven estudiante universitaria, quien se dirigía con prisa para poder tomar el transporte que la llevara directo a su universidad. De vez en cuando, la joven observaba a su alrededor, viendo a cada persona y niño que se cruzaba en su camino.
A su lado iba un hombre mayor, quien estaba a la espera de que el semáforo cambiara para poder seguir con su camino. Era un capitán retirado que vivía en la ciudad desde siempre. Todas las mañanas salía a caminar para mantenerse saludable. Aunque su andar era un poco más lento, su mente estaba activa y llena de recuerdos y experiencias que lo llenaban de vida.
En la esquina de enfrente se encontraba un grupo de niños listos para ir a la escuela. Estaban riendo y jugando mientras esperaban que el semáforo cambiara para continuar su camino. Entre ellos estaba un niño de 9 años que poseía una gran imaginación y soñaba con ser biólogo y así poder explorar la naturaleza. Cada día, mientras tomaba el mismo camino para ir a la escuela, imaginaba que estaba en uno de esos viajes de investigación que lo llevaban a conocer un poco más la naturaleza que tanto amaba.
Por otro lado, en la calle, los vehículos también esperaban a que las personas cruzaran. Había un vehículo blanco manejado por una señora muy exitosa, siempre ocupada, por lo que aprovechaba momentos como este para poder reflexionar un poco sobre su vida. A su lado estaba un motociclista joven, quien trabajaba de repartidor para poder ahorrar y lograr cumplir sus sueños.
El semáforo cambió y todos comenzaron a moverse nuevamente. La intersección de esa esquina, aunque era común y corriente, era también un punto de encuentros inesperados, creando conexiones invisibles entre todo aquel que la cruzara, mientras la vida en la ciudad continuaba.