Una imagen, una historia / Qué cosa tan balurda me sucedió anoche

Ni me acordaba que hace unos 55 años atrás estuve escribiendo un diario como para relajarme. Si no es porque reviso el viejo baúl que era de mi abuela, este pedazo de libreta amarillenta quizá se hubiera convertido en polvo sin que yo mismo la volviera a leer.

Válgame Dios. Cómo le falla tanto a uno la memoria con los años. Es que ya tengo los 85 en el pecho. Tenía 30 años cuando escribí toda esta sarta de tonterías. A final de cuentas, lo que pasó quedó atrás; lo que pasó ya no vale nada. Sin embargo, me gustaría recordar las cosas de aquellos tiempos. Y aquí está la primera página a modo de portada, donde dice: “Diario de un tipo que le teme a todo”.

Era muy cierto. Yo le temía a lo desconocido. Le temía sobre todo a la muerte; no tanto a mi propia muerte, sino a la de mis familiares. Pero más me asustaba la confusión, porque para mí la vida era una cosa compleja e inentendible.

Luego vino la muerte de mi madre y el mundo se me vino abajo. Y por eso pasé años en medio de una tristeza perenne. Pero, veamos. Voy a leer al azar alguna página. Listo, aquí está:

Esta mañana por primera vez en mi vida sentí que el cuerpo se me congeló en cosa de un segundo, cuando Clavelina, la esposa de mi hermano Juan me tocó en la bragueta, diciéndome con una sonrisa de oreja a oreja: ‘Hola, Ernestico. ¿Cómo amaneces, guapo?’ De ahora en adelante tendré que salir corriendo cada vez que tenga cerca a esa mujer, porque de verdad no soy de los que ando peleando con los demás y creo que si mi hermano se llega a enterar de esto no sé qué podría suceder, porque él es temperamental y fuerte de carácter.

Si no es porque lo leo, de nada que me acordaba de esa escena. Pero lo que sí ocurrió luego fue que el segundo de los hijos de la Clavelina decían las malas lenguas que el muchacho no era de mi hermano. Y es que el chamo tenía rasgos de negro y en cambio la familia de nosotros somos blanco queso. ¿Qué más se podía esperar de una tipa así? En definitiva, a mi hermano lo enterraron con una maraña de cachos en la testa.

Veamos otra página:

Creo que me estoy enamorando de Tomasa, la hermosa morena que estudia conmigo en el postgrado. Pero siempre que estoy frente a ella me quedo mudo y solo me remito a contemplar sus ojos y sus labios sexys.

¡Guau! Para nada que me acuerdo de la negra Tomasa. Me ubicaré en otra página, veamos:

Qué cosa tan balurda me pasó anoche. Uno de los sujetos del postgrado coincidió conmigo en el bar que a veces frecuento. Entonces charlamos quizás unas tres horas mientras degustábamos unas cervezas, hasta que el hombre me dijo: ‘Perdona, Ernesto, pero siento que tú me agradas mucho. Quisiera tener una relación contigo’. De verdad que el tipo me llenó de asombro y de rabia. Pero decidí quedarme en silencio y marcharme a casa.

Dios mío, ¿por qué esas mismas palabras no me las dice Tomasa un día de estos? A veces siento como si la vida fuera una burla constante en contra de uno.

Fuente

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Invitación: @lirvic, @dulcem05