Comenzaba a anochecer cuando Clemencio decidió adentrarse en el bosque del parque. La oscuridad comenzaba a arropar el paisaje, pero sin embargo la luz tenue del cielo y de los focos cercanos dejaba contemplar a aquel suelo disparejo. El hombre sudaba frío y respiraba profundo y a veces maldecía.

De pronto le asustó el aletear de un pájaro extraño al que solo le distinguió la silueta. Más allá tropezó con un palo y se cayó de bruces llenándose el rostro de barro. En eso escuchó una voz de hombre, una voz que parecía salir del cielo:

-Clemencio, ¿qué haces aquí?

-¿Quién me habla? –preguntó el joven temblando de miedo.

-No temas. Soy yo.

El pobre muchacho miraba a su alrededor y dijo:

-¿Quién es Yo?

-El duendecillo del bosque.

-¡Madre mía! En verdad ignoraba que los pitufos existían. Pero ¿cuál es el problema?

-El problema es que estás metido en un terreno inmaculado.

-Esto es un parque. Es propiedad pública.

El joven se veía que temblaba y sudaba.

-¿Qué te pasa, Clemencio? Se te ve la cara como si acabaras de ver a tu novia acostada con otro sujeto.

-No, nada de eso, duendecillo. No me pasa nada. Además, no tengo novia. Y la última que tuve me dejó dizque porque yo casi no me baño y huelo muy mal. Fue un pretexto para dejarme, porque por allá había un tipo que andaba montado en un Ferrari que le estaba picando el ojo.

-Lo único que se puede pensar de ti es que te estás volviendo loco.

-¿A una persona se le puede considerar como demente porque entra en el bosque cuando ya casi es de noche? No, nada. No estoy loco. Más locos están los que roban y esclavizan a los pueblos.

-Bueno, no me refiero a eso, sino a la pinta de loco que tienes. Mira esas greñas tan horribles que te caen sobre los hombros.

-Es una cuestión de estilo personal.

En eso el hombre comenzó a temblar más de lo normal, se agarraba el vientre y engarruñaba las piernas. Entonces se bajó los pantalones y se agachó.

-¡Guau! –expresó el duendecillo-. Eso sonó duro.

-¡Uf! –dijo el hombre-. Qué alivio. Juro que jamás volveré a comer caraotas amanecidas fuera de la nevera.

Fuente

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Invitación: @mariami, @solperez