Comencé a imaginar que íbamos a la playa, hice dieta y ejercicios para poder usar ese lindo traje de baño que me compraste cuando nos conocimos y que hacía más de 6 años no me quedaba y, sólo pensaba en lo hermosa que me ibas a ver así en la playa, yo preparaba mi viaje mental a un lugar totalmente diferente al que tú tenías en tu pensamiento. Claro, yo estaba centrada sólo en mí, hoy puedo asumirlo así, y tú siempre en hacerme feliz. Llegó el día tan esperado, un año de ahorros y fuerte trabajo para disfrutar una semana en el mar, bueno eso creía yo.

Me dijiste que debía cerrar los ojos cuando ya estábamos cerca de llegar; hasta ese momento yo guardaba las esperanzas que tú hubieses equivocado el camino y que seguro luego de rectificar llegaríamos a una hermosa playa, porque hasta los momentos la vegetación no me daba señales de estar cerca de la costa. Sin embargo, pasados unos pocos minutos, sentí que el vehículo se estacionaba, tu abriste la puerta, cariñosamente me tomaste de la mano y llevaste unos pocos pasos delante y diciéndome ya puedes abrir los ojos me dijiste sorpresa, yo estaba parada frente a ese hermoso lago –hoy sé que es una belleza digna de admirar- me dijiste este es para mí un lugar muy especial aquí venia de niño con mi papá. Pero en medio de todo yo no te pude escuchar, ni admirar lo que hoy es un recuerdo de algo que debió ser un maravilloso momento, me puse tan furioso que no podía más que reclamarte por haberme engañado, que lago ni que nada, te decía sabias que deseaba ir a la playa y ver el mar.

Te hice sentir fatal a tal punto que sólo tomaste esa foto mientras yo me subía molesta en el carro como una niña que sale de una tienda donde no le compraron lo que ella quería, te exigí regresar de inmediato, pues no quería perder mi semana de vacaciones en ese lago. Mientras regresábamos, en medio de un profundo silencio me dijiste: “sólo quería que formaras parte de los recuerdos felices que tengo en ese lugar.” Yo no te hable en todo el camino. Al llegar a casa, me dejaste en la entrada y diciendo que irías a comprar algo para cenar te fuiste, mi respuesta fue un duro golpe para cerrar puerta.

No paso mucho tiempo de tu partida cuando un oficial llamó a mi puerta para informar que en un descuido al manejar tú ya no regresarías más. No puedo describir lo que sentí y lo que aún siento, que tontos somos algunos seres humanos cuando el egoísmo no nos deja ver más allá de nosotros mismos, hoy han pasado cinco veranos en los que viajo hasta ese lago el mismo día, solo para pararme frente a el y tratar de encontrarte para modificar un recuerdo que ya no puedo cambiar.

Texto: Cuento creación original de @emimoron para @WORLDOFXPILAR