CONCURSO SEMANAL: “Creando historias, semana 32” | El pequeño Felix | By: @elaiger1

in WORLD OF XPILAR3 years ago (edited)

Hola, una saludo a toda la comunidad de World Of Xpilar y a nuestro amigo @adeljose un gran abrazo por la creación de este maravilloso concurso en el que me animo a participar nuevamente.

Mi obra es completamente original y mera ficción. ¡Espero les guste!

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Fuente, modificada/ @elaigeer1

El pequeño Félix.

Todos los días, sin falta, Félix, un niño de nueve años salía en busca de comida o de hacer algún trabajo para sobrevivir. La vida no lo trataba muy bien. Su casa era la pequeña plaza de la ciudad. Su cama, un banco de pintura gastada y sus cobijas eran viejos cartones.

Lo único que recordaba de su madre era el momento en que siendo muy pequeño lo dejo ahí, solo, a su merced. En su cabeza no había razón o excusa, pero prefería ignorar ese hecho y poner su mejor cara seria, aceptando que debía encargarse de sí mismo.

Cruzó con cuidado la calle, saludo al señor fuera de la tienda de antigüedades y llego hasta su lugar de trabajo, el estacionamiento de un concurrido supermercado. Medio sonrío al ver todo lleno de vehículos, eso significaba que si tenía suerte lograría comprarse una cena decente.

Ajusto la gastada gorra que alguien le regalo y capto su primer cliente. Corrió para guiar a un conductor que sacaba su vehículo en retroceso del puesto de estacionamiento, y así cuidarlo de no chocar. Cuando el conductor pudo salir sin problema espero a que bajara la ventanilla pero no lo hizo, y en su lugar, levanto todo el polvo que pudo y se marchó.

Félix suspiro con fuerza.

Eso solía pasarle. A algunos simplemente no les importaban las personas con destinos inciertos.

Pasó todo el día bajo el sol inclemente y de vez en cuando conseguía que alguien le regalara un poco de agua. Algunos que salían del supermercado, le regalaban frutas y otros lo miraban de arriba abajo con desprecio, como si él no fuera un ser humano al igual que ellos.

Al finalizar la tarde y contar el dinero que recolecto, se dio cuenta de que no le alcanzaba para absolutamente nada pues todo en el país era muy costoso. Igual no dejo que eso lo desanimara, si lo intentaba quizás…

—Señora ¿Cómo esta? ¿Sera que me pued…?

—No, niño. —Ni siquiera dejo que terminara. —Vete de aquí.

—Ándele señora. —Vuelve a insistir juntando sus manitos — Mire no importa, yo puedo ayudarla a limpiar todas las mesas y ayudar a guardarla después. No pido mucho.

—¡Ya te dije que no! —Le grita y el da unos pasitos atrás, sintiéndose regañado — ¡Lárgate niño asqueroso! Me estas espantando los clientes ¡Shu, fuera!

Miró alrededor.

El pensaba lo contrario. Los clientes seguían en sus meses y a la única que veían mal era a ella, sin embargo no insistió más y con cara gacha se alejo rápidamente de ahí. Ya una vez había insistido tanto, tanto, que un señor casi le lanza cosas encima.

¿Cómo podían ser tan malos?

Su noche no fue la mejor. Tenía mucho frío y se le hacía difícil ignorar los gruñidos de su estomago. En la mañana todo fue peor porque le dolía y ni con agua podía engañar al lobo feroz que habitaba dentro del él. De igual forma tomo las pequeñas pelotas que tenia ocultas entre unos arbustos y se encamino calle abajo hasta llegar al semáforo de la avenida principal.

Se mantuvo a un lado. Esperó y esperó hasta que el semáforo cambio a rojo y todos los automóviles se detuvieran. Tomo las pelotitas y en medio de la calle puso toda su concentración en hacer malabares. Le gustaba mucho eso, era divertido para él y lo consideraba como un don especial, pues no todos podían hacerlo.

Se lo había enseñado un anciano en el parque, incluso las pelotas se las regalo él. Lo visitaba siempre, durante un año hasta que un día no volvió más. Tal vez… se había aburrido de él.

Cuando algunos conductores sonaron las bocinas se aparto para dejarlos pasar, algunos le dieron algunas monedas y otros lo engañaban con monedas sin validez alguna. Igual él se emocionaba mucho.

Al medio día, al ver que tenía un buen fajo de billetes se fue al primer puesto de comida que vio y se compro una buena hamburguesa. El señor que lo atendió fue muy bueno con el e incluso le regalo la bebida y un pan para el camino. Lo único que no les gusto fue que lo mirara con lastima.

Odiaba la lástima.

Al volver de nuevo al parque se detuvo antes de llegar al notar que una señora pelirroja estaba sentada ahí, leyendo una revista.

¡Ese era su banco! Bueno, su nombre no estaba por allí ¡Pero claro que era de el!

Inflándose de valentía y poniendo su mejor cara de enojo se acerco para pedirle un permiso, pero todo eso se le esfumo al sentir el aura tan calmada de la señora y darse cuenta de que ella le sonrió.

No la conocía.

—Hola pequeño. —Le saluda y cierra su revista.

—Ehmm…Hola. —Responde con algo de timidez. Muy pocas personas solían hablarle así.

—¿Tú no eres el mismo niño que estaba ayer en el supermercado de la Arismendi?

Asiente rápidamente.

El si había estado en un supermercado, pero no tenía ni idea de donde quedaba exactamente. No conocía el nombre de las calles.

—¿Te quedaras ahí? ¿Porque mejor no te sientas?

Se hace mas a un lado y el niño tras pensarlo toma asiento justo a un lado de ella. No se le acerco mucho porque a las personas parecía no gustarles eso, procuro no tocarla tampoco.

—¿Cómo te llamas pequeño?

—No soy pequeño —Le refuta inmediatamente. Eso le causa risa.

—Ok muchachon ¿Cómo te llamas entonces?

Pensó si decirle o no. A muy pocos le interesaba eso.

—Mi mamá me puso Carlos. —Dice pensativo —Pero a mí me gusta que me llamen Félix.

—Es un muy bonito nombre. —Alaba ella mirándolo con una sonrisa.

—Me puse ese nombre porque en una revista que encontré por ahí hablaban de un pájaro que volvía a nacer de sus cenizas. —Relata más confiado, mirando a la nada. Por alguna razón ella le inspiraba confianza — Se llama Ave Fénix. Y Félix es lo que más se parece a eso.

Ella alzo sus cejas comprendida. Aquello la había sorprendido, si, pero también le causaba ternura y cierta admiración porque había entendido perfectamente la metáfora de aquel niño.

—¿Crees que puedes resurgir como un Ave Fénix? —Inquiere ella, para ver si estaba en lo correcto. Él la mira.

—Creo no. Estoy seguro de que lo haré.

El sentía que su vida era como cenizas esparcidas pero que no por eso había acabado. Sostenía la fe de que su realidad en algún momento cambiaria y podía ser como cualquier niño normal que jugaba, iba a la escuela y no hacía nada más.

En algún momento lograría levantarse y alzar un poderoso vuelo.

Silencio fue lo que le antecedió a sus palabras. Pensó que la señora se iría pero en su lugar se quedo ahí y minutos después saco de su enorme cartera una botella de agua. La destapo y echo agua en su mano para posteriormente acercarla a la carita de Félix.

Se echó para atrás y lo evitó.

—No te haré daño. —Asegura ella en un instinto casi maternal.

Le creyó y volvió a su posición, dejando que le pasara la mano por su cara, refrescándolo. Hizo lo mismo un par de veces y luego saco un espejo permitiendo que Félix se mirara.

Se emociono al darse cuenta de que las manchas que tenía en su cara habían desaparecido.

—¡Gracias! —Ella asiente con una sonrisa.

—Mi nombre es Miriam.

Miriam se quedo con el toda la tarde incluso lo llevo a comer a un sitio cercano y lo llevo de vuelta al parque. No estuvo segura de dejarlo ahí pues en todo el rato que compartieron le tomo cierto interés al niño.

No le parecía bien que un niño tan pequeño estuviera solo en la calle y en un país donde el peligro abundaba por todos lados. Por eso, el día siguiente ella volvió y se sentó en el mismo lugar a esperarlo. Le había conseguido unos zapatos para regalarle.

Así pasaron los días. Miriam lo visitaba y hablaban mucho, ganándose poco a poco la confianza de Félix quien ya no iba a lo que él consideraba su “puesto de trabajo” en el supermercado ya que la señora que literalmente apareció de la nada, lo estaba ayudando.

—¿Usted es como un ángel o algo así? —Le pregunta una tarde.

—No. —Niega con el ceño algo fruncido por la pregunta— Soy solo una persona más.

—¿Entonces por qué me ayuda?

Esa pregunta llevaba mucho tiempo revoloteando por su cabeza. Aun no entendía como alguien se había interesado en el, un niño de la calle, sucio y que a veces pasaba días sin poder bañarse.

La mayoría lo despreciaban. ¿Por qué ella diferente?

—Porque veo en un ti a un niño que tiene mucho que aportar a este mundo, que quiere salir adelante como sea. A un guerrero que quiere salir victorioso de cara batalla. —Instintivamente ella acuna una mano en su cara. El siente por primera vez en años un acto tan maternal. — Tal vez no me entiendas ahora, pero más adelante lo harás.

—Si la entiendo. —Asegura el, tragando grueso pues sentía un nudito en su garganta, nadie le había hablado así en años. — ¿De verdad piensa eso de mi?

—Eso y mucho más. —Asiente la pelirroja sonriendo con ternura— Eres un niño muy fuerte, valiente, tierno y soñador. Te mereces todo lo bueno de este mundo, de eso estoy segura.

Y todo lo bueno del mundo, se lo dio ella. Luego de un tiempo le dio un techo para protegerse de la lluvia y sabanas de verdad para cubrirse al sentir frio. Le dio calzado para sus maltratados pies. Le dio ese cariño maternal que el tanto necesitaba y no lo sabía.

Miriam era una mujer soltera y sin hijos que encontró en Félix un pequeño compañero de vida. Entre los dos se hacían compañía, compartían buenos momentos y se enseñaban cosas entre si, por lo menos, ella no sabía hacer malabares y él comenzó a ir a la escuela.

La mujer, que él consideraba un ángel, lo adopto legalmente. Fue un proceso complicado pero que ambos sobrellevaron con mucha paciencia.

A Félix, se le hizo un poco complicado al principio pero pronto logro adaptarse y disfrutar de su nueva realidad, una realidad más bonita en donde por fin podía disfrutar de lo que quedaba de su niñez e ir a los lugares que siempre soñó.

Se sentía feliz, muy feliz.

El ya había resurgido de entre las cenizas y alzado con fuerza su vuelo hacia un mejor futuro.

Moraleja: El mundo puede ser uno solo, pero tiene dos realidades. Nosotros podemos ser parte del cambio. Nosotros podemos ser la Miriam de algún Pequeño Félix.

Fin.

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Suelo extenderme demasiado al momento de hacer historia y narrar, pero creo que con nuestro pequeño Félix valió la pena.

Espero les haya gustado mi historia.

¡Nos leemos en otra ocasión!

Sort:  
 3 years ago 

Saludos amiga @elaigeer1

Emotiva historia sobre un pequeño que no perdió la esperanza de volar a una vida llena de oportunidades, encontrando en Miriam las alas para poder hacer realidad sus sueños.

Gracias por su entrada al concurso.

Participante #16

Un gusto participar,saludos!

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