!Una imagen, una historia¡

Dos niños diferentes, dos niños que apesar de ello tenían algo que los unian. Ellos eran Lucas y Timmothy.

A Lucas le gustaba el azul, mientras que a Timmothy el naranja.

A Lucas le gustaba leer y a Timmothy escucharlo narrar aquellas historias fantásticas.

A Lucas le gustaba sus overoles y botas de montaña, mientras que a Timmothy le gustaban sus pantalones a la rodilla y sus zapatos deportivos de rayas.

A Lucas le gustaba su nombre, a Timmothy no, solía decir que era extraño y solo le gustaba que le llamasen Timm o Timon como la suricata del Rey León.

Lucas tenía el cabello liso y Timm ondulado.

Eran tan diferentes, pero ambos eran hermanos, hermanos tan distintos pero con algo en común: el ADN que afirmaban su hermandad, el cariño que se profesaban, la pasión que tenían al hacer las cosas y ese singular sentido del humor.

Eran tan diferentes el uno del otro, era como si Lucas fuese la contra parte de Tim y se complementaban sin importar que. Las diferencias eran notables, pero lo que no era diferente entre ellos era su trato.

Ellos eran dos hermanos que cada mañana salían a jugar, aunque Timm corria sin cesar junto a su perra Cassie, Lucas se sentaba a mirar los saltamontes saltar. Pero ambos eran felices, coexistian, vivían, reían, contaban chistes y creaban mundos imaginarios, dónde Lucas era un creador y pintor, y Timm un pirata o algún astronauta de la NASA.

Tenían futuros y gustos diferentes, pero lo que era seguro: es que sus diferencias los hacían únicos y ellos lo sabían, sabían que no tenían que ser iguales para divertirse, para crecer, para compartir, reír, jugar o cantar.

Porque ellos eran Lucas y Timmothy, hermanos.