Weekly Contest, "Creating Stories Week #21". /Concurso Semanal, "Creando Historias Semana #21"./ Camino a la universidad, por @danieladelavalle

in WORLD OF XPILAR3 years ago

Historia de autoficción

CAMINO A LA UNIVERSIDAD



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Foto real del camino a la universidad

Miedo. Esa es la primera sensación que pasa por mi cuerpo al abrir los ojos cada mañana. Como si todas las noches tuviera una pesadilla, pero al despertar, no recuerdo si soñé algo. Y esa sensación se queda conmigo por el resto del día, siempre acechante. Es mi faro en mitad de este océano llamado vida.

Me levanto, porque puede más el pensamiento de que si no lo hago moriré de hambre y sola, y pasaran días hasta que me encuentren, con un olor putrefacto y gusanos asomándose por mi boca. Me repele pensar eso, pero no puedo evitarlo. Me doy un baño, desayuno y me alisto para salir a la universidad.

Llevo en mi bolso lo más esencial, pues sé que en los últimos meses han robado a muchos estudiantes a la entrada o salida de las clases. Por suerte siempre me consigo con grupos de estudiantes, y trato de ir a la par con ellos, ya que "en grupo no roban". Tengo tiempo de sobra, así me gusta salir; caminar sin apuro, no vaya a ser que por apurada me caiga y me quiebre la cabeza.

"Siempre llamando al maligno", diría mi tía. Pero qué hago si esos son los pensamientos que se cruzan por mi mente. "Ve al psicólogo", me dijo un exnovio. Idiota. Sé que soy la dueña de mi mente, pero obligarla a pensar en mariposas y corazones me agota. Lo intenté, y primero no pude, segundo me cansé. Ya voy a mitad de camino. Mitad de camino y sigo sana y salva. Ya habría llegado de haber usado el transporte público, pero lo aborrezco. Pensar en personas desconocidas rozando mi ropa, piel o bolso, me aterra: pueden estar enfermas y contagiarme, pueden robarme, manosearme, o hablarme. Le huyo a cualquier actividad en que algo de eso pueda suceder.

Con la universidad fue diferente. Entré obligada por mi papá, porque murió y porque su última voluntad era que me graduara de algo. No quise retar a su espíritu, tenía la certeza de que, si no la cumplía, iba a aparecerse y me halaría la cobija, me susurraría al oído… En fin, que no descansaría en paz y seguiría haciéndome sufrir aun después de muerto como lo hacía de vivo. Entonces elegí la carrera de contabilidad. Me gustaba la idea de pasar mi vida trabajando para otros, encerrada en una oficina llena de papeles y números. Era lo más seguro que mi mente veía: comunicación no era opción, si yo poco hablo; educación menos, cómo enseñarles a otros sin saber si yo sé algo; algún arte tampoco, demasiada exposición; ingeniería química imposible, muchos químicos que no sé usar y probablemente me matarían.
Ya llegué a la esquina, ahora a esperar un grupo de estudiantes que se bajen de algún bus. Espero tranquila, aún me queda tiempo.

La calle hoy parece un desierto, y a lo lejos veo un oasis: un grupo de personas, ojalá estudiantes. Volteó y veo a una chica que estudia conmigo e inmediatamente me escondo. Que no me vea, no quiero pasar con ella sola, prefiero esperar al grupo, que sí parecen ser estudiantes.

Aleluya. Son estudiantes. Espero entonces que pasen y me les pego atrás, como una garrapata que apenas ve a un perro le brinca encima. Camino en silencio, pero noto que varios se percatan de mi presencia. Nos adentramos a la entrada/salida de la universidad, rodeada de monte y árboles, y montes que parecen árboles. Al frente está el portón, a menos de 100 metros. Ya casi. Miro a uno de los chicos que también me mira; otro me agarra un brazo, después toman el otro, y me adentran al abismo. Todos hablan, pero yo no entiendo nada. Tampoco veo, no quiero abrir los ojos. Mi cerebro y mi corazón por poco explotan, no lo soporto. Me quitan el bolso, me amarran a un tronco, y escucho ramas quebrarse y pies sobre paja seca.

¿Se fueron?

Abro los ojos y verdaderamente ya no están. Me desamarro muy fácil, y salgo al camino de cemento, aún sin entender cómo es que no morí. Qué universidad y qué espíritus, yo me devuelvo a mi casa. Las piernas me tiemblan: parece que hace un frío terrible porque todo me tiembla.

Uno de mis peores miedos sucedió, pero no morí. Dios mío, cómo es que no morí. Tanto tiempo esperándola, sin prisa, pero llamándola, y hoy tocó a la puerta sin dignarse, la muy maligna, a entrar.


Gracias a @adeljose y @xpilar por motivarnos a seguir contando historias



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 3 years ago 

Saludos amiga @danieladelavalle

Inquietante historia sobre quien la vida parece no importarle, cumpliendo una rutina obligada por las supersticiones, que la hace cruzar un camino al que teme, dejando de ser una simple entrada y salida de la universidad, convirtiéndose en túnel maligno donde las almas pueden ser arrancadas de sus cuerpos.

Gracias por su entrada al concurso.

Participante #24

Muchas gracias amigo @adeljose, siempre resumiendo las historias de una forma increíble :)

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