Una imagen, una historia: "Una imagen sin historia"

Cuando la vio supo que era ella, su adorada Claudia. La fotografía dejaba en la penumbra casi la mitad de su cuerpo y la luz de la ventana apenas le iluminaba el rostro, pero era imposible que no reconociese a su propia hija, a pesar de todo lo que había cambiado durante aquellos cuatro largos y sufridos años. Podía hasta adivinar, por esa intensa forma en que parecía comunicarse con la otra chica, la de pelo amarillo y blusa blanca, que estaba pasando por un grave problema.

El día en que Claudia vino a decirle que tenía planificado marcharse para Estados Unidos con un grupo de amigos –recordó, mientras observaba la imagen con lágrimas en los ojos- él se opuso rotundamente porque estaba consciente de que aquella era una aventura incierta que no podía desembocar en nada bueno.

Ella se limitó a contarle sobre todo el dinero que había reunido en los dos últimos años con el fin de realizar ese viaje y de los supuestos contactos de su querido amigo Gerald en tierras norteamericanas. Tuvo entonces la certeza de que ya no podía detenerla y se conformó con darles los consejos de rigor que le da un padre a su hija, sabiendo que no los va a tomar mucho en cuenta.

El 26 de julio a las 5 de la mañana salió de la casa y más nunca supo de ella. Tanto ese día como todos los demás esperó con el alma en vilo una llamada, un mensaje, cualquier noticia de parte de Claudia, pero jamás recibió nada. El desespero lo obligó a indagar en la tienda donde su hija trabajaba sobre sus compañeros en aquella alocada aventura y se enteró de los nombres y las particularidades de cada uno de ellos, sin embargo, nadie conocía, a ciencia cierta, quiénes eran aquellas personas, de dónde habían salido o si tenían familiares en esa o en otra ciudad cercana.

En esa desesperante angustia había pasado cuatro años, cinco meses y doce días hasta que miró, por casualidad, mientras consideraba suscribirse a una plataforma como creador de contenido, esa imagen donde se encontraba su hija conversando con otra chica. Continuó observando con detectivesca atención la fotografía con la esperanza de que el edificio que se veía por la ventana lo remitiera a algún paisaje conocido, pero descubrió con pesar que nada le decía a su memoria aquella veja edificación.

Le pareció, entonces, genial la idea de buscar en Google cualquier dato que le indicara algo de las personas que aparecían en la foto, pero lo que halló fueron unas cuantas informaciones que se referían sobre todo a los detalles técnicos y a otros asuntos que nada le decían con respecto a la ubicación de su querida hija. De todas maneras, continuó con su exhaustiva revisión hasta que descubrió entre las etiquetas que identificaban la imagen la palabra Inglaterra…

Se quedó un largo rato pensando hasta que cayó en cuenta de que él no tenía ni siquiera la más peregrina idea de dónde quedaba Inglaterra y, si acaso lo supiera, tampoco tenía los medios ni la disposición de llegar hasta allá. En ese instante decidió que, en definitiva, su hija Claudia estaba perdida para siempre porque de nada valía haberla encontrado y observarla en una fotografía que muy poco le aclaraba, en una imagen a la que no podía seguirle la pista para descifrar su historia.

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_{Invito a los amigos: @lirvic y @waqarahmadshah. Por aquí les dejo el enlace.}