Una imagen, una historia: "La bicicleta"

in WORLD OF XPILAR11 months ago

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Imagen diseñada en PowerPoint/ F/ F


La Bicicleta

Cuando miramos que el señor que vendía pescado en una bicicleta de reparto, bien acondicionada para su negocio, se dirigía a la casa de la abuela, nos fuimos en seguida detrás de él nada más para reírnos sin consideración alguna, para disfrutar con toda nuestra inconsciencia a cuesta, del momento en que esa adorable señora que tanto queríamos lo echara del frente de su casa sin contemplaciones. "Váyase de aquí con ese maldito cacharro, piérdase que no lo quiero ni ver," le dijo al pobre hombre confundido sin dejarlo siquiera anunciar qué tipo de pescado llevaba.

Julián y yo, mientras tanto, medio escondidos detrás de un árbol grande nos divertíamos con ganas mirando aquella particular escena. Además de gracioso, era en extremo curioso ese comportamiento de una señora que con nosotros, los dos nietos que íbamos todos los años a pasar las vacaciones en el pueblo donde habían nacido nuestros padres, era un encanto de mujer. Quizás por esos cambios de carácter tan antagónicos nos parecían tan divertidos esos episodios.

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Bicicleta de reparto/ F

Dos días antes, había sucedido lo mismo con un joven que había pasado por la calle vendiendo panes dulces y salados. "Si te paras aquí frente a mi casa con esa bicicleta te baño," lo amenazó de una vez, con la manguera en la mano porque en ese momento se encontraba regando su jardín. "Si me moja la mercancía va a tener que pagármela toda," le contestó el vendedor, pero no se detuvo, continuó hacia la siguiente calle, sin comprender el porqué de aquella tempranera amenaza.

Nosotros nos limitábamos a reír de esas ofuscaciones intempestivas de la abuela en contra de los vendedores, pero, como niños al fin, nunca nos habíamos preocupado por averiguar cuáles eran las razones de aquel comportamiento tan divorciado de su amorosa ternura habitual.

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Niños en bicicleta/ F

Durante los dos últimos años, mi padre, y lo mismo aseguraba Julián del suyo, cada vez que venía de vacaciones para el pueblo, me advertía que le hiciera mucho caso a la abuela porque ya ella no tenía paciencia y además los sufrimientos le habían trastornado un poco el carácter. Sin embargo, con nosotros era una viejita de lo más tierna y nos atendía con el complaciente amor que solo un ser tan especial como ella era capaz de dar.

Un día, sin embargo, que la abuela nos vio intentando aprender a manejar la bicicleta de un vecino del que nos hicimos amigos, se transformó por completo. A mí, que era el más pequeño, me agarró fuerte por la mano para llevarme casi a rastras para la casa y a Julián lo fue empujando con furia hasta que ambos estuvimos enclaustrados sin objeciones puertas adentro. Desconcertados ante aquel repentino castigo, pasamos más de dos horas llorando y solo nos calmamos cuando ella vino a consolarnos.

Nos abrazó, nos limpió la cara, se sentó a nuestro lado, nos regaló de aquellos dulces de coco que tanto nos gustaban, sacó una foto en blanco y negro del bolsillo de su delantal y comenzó a hablar con una voz tan triste que no parecía la suya:

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Imagen del concurso/ F

—Estoy segura de que sus padres nunca les han dicho nada porque no se atreven, pero se excusan explicando que ustedes no tienen por qué enterarse de esas cosas tan serias o dándoles a entender que ya yo estoy media loca, aunque, bueno, eso no es del todo mentira. Estos tres niños que están aquí -exclamó señalándonos la fotografía- son mis hijos; tal vez no los reconozcan, pero sus queridos papás están ahí, hermosos y sonreídos. El más grande, el que está montado en la bicicleta, hace ya cuarenta y dos años que se fue de este mundo.

Yo me cansé de decirle a Rogelio, mi marido -continuó diciendo la abuela con la amargura de la voz traducida en lágrimas- que no era buena idea comprarles a los niños una bicicleta, pero él se empeñó en lo contrario y un día apareció en la casa con un aparato de esos. No había pasado más de dos semanas cuando José Luis, ese tío suyo que nunca conocieron, salió una mañana en la bicicleta y más nunca lo volvimos a ver… Y desde aquella época, yo no puedo evitar volverme loca cada vez que veo a alguien maniobrando sobre esas dos ruedas.




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Invito a los amigos:
@jesusnunez y
@elider11

Sort:  

Dejaste para el final la razón de la misteriosa actitud de la abuela y para los lectores decidir lo que pudo haberle pasado a su hijo.

Muchas veces juzgamos la forma de actuar de las personas sin pensar que existen motivos muy profundos que la afectan. La reflexión y el desahogo del dolor y el resentimiento son muy necesarios para apaciguarlo y lograr la comprensión de quienes le aprecian en su entorno.

Te deseo mucha suerte y una feliz tarde.

Eso fue, sobre todo, lo que quise reflejar en el relato: el extraño comportamiento de una señora mayor que viene arrastrando desde hace tiempo un dolor muy profundo. Como siempre, me gusta dejar algo sin resolver para los lectores sensibles e inteligentes como usted que se asoman a esa humilde narración con los sentidos alertas. Muchas gracias por todo. Saludos...

Los miedos y las fobias se superan si las personas ponen de su parte, por otro lado el destino de cada quien está escrito ... muy buen drama .. me gustó leerlo.

Me complace que le haya gustado. Sí, todo en esta vida tiene remedio... menos la muerte, como dicen algunos. Gracias por sus palabras. Saludos.

Sinceramente, la lectura me cautivó de principio a fin. Creo que casi todos nosotros tenemos fobias con alguna cosa, asi como la señora con las bicicletas.

Gracias por la invitación, compañero.

Le deseo mucha suerte y Éxitos.

Me alegra de que le haya gustado, amigo. En efecto, las fobias son frecuentes, sobre todo cuando se experimentan episodios dolorosos como el que sufrió el personaje. Gracias por su comentario.

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Muchas gracias por el apoyo....

Hola amigo, muchas gracias por tu entrada, como siempre un excelente trabajo, definitivamente siempre hay una razón de ser para lo que sucede, en este caso, un miedo reprimido a mi parecer. Hay situaciones o momentos que nos dejan marcados de por vida y no nos atrevemos ni siquiera a superarlos o hablar de ellos. Algo muy común en las personas.

Saludos y que tengas una linda noche.😊

Hola, amiga... Sí, podemos hablar de un trauma, un miedo reprimido por lo que le sucedió en el pasado a un hijo por culpa de una bicicleta. Gracias por sus palabras. Un gran saludo.

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