¡Nuevo concurso: Palabras inspiradoras!/ por @cruzamilcar63

La vida es una travesía compuesta por un sinfín de retos, un escenario en el que debemos demostrar que poseemos las aptitudes convenientes para superar los desafíos que nos permiten continuar adelante. Desde el primer momento en este mundo, debemos enfrentarnos a sucesivos retos para los cuales estamos orgánicamente preparados, pero siempre es necesario que nuestra disposición para ello sea motivada por quienes nos rodean, por quienes disfrutan, con inmensa ternura, cada uno de esos logros y nos estimulan a seguir alcanzándolos, con el objetivo de que desarrollemos nuestras capacidades básicas como individuos.

_{Fuente Modificada con PowerPoint y Bitmoji.}

Estos primeros retos, y muchos de los que vienen después, forman parte del natural curso de nuestra existencia, lo cual quiere decir que no los asumimos por iniciativa propia, sino que son impuestos como procesos que debemos llevar a cabo para pertenecer a esta especie racional que posee comportamientos y costumbres heredados desde hace muchos siglos. Por esta razón, algunos creerán que no se tratan, en sí mismo, de retos, sino de procesos intrínsecos a nuestro desarrollo como seres humanos; y quizás tengan razón, sin embargo, actividades intelectuales tan exigentes como aprender a leer y a escribir, no las puedo evaluar sino como retos a los que son necesarios superar, aunque ocurran durante esas primeras etapas en las que no somos conscientes de semejante desafío.

Más adelante, cuando tomamos conciencia de la realidad, sí comenzamos a plantearnos nuestros propios retos. Desde el momento en que queremos estar entre los mejores estudiantes de la clase, ser promovidos de grado con uno de los más altos promedios y superar con honores cada nivel educativo, estamos sumergidos en esos desafíos que van modelando una especial personalidad. Así mismo, nuestro empeño en dominar todos los aspectos de un juego determinado para desenvolvernos con la mayor efectividad mientras lo practicamos, en aprender a tocar un instrumento musical, en adiestrar al cuerpo a los rítmicos movimientos del baile, en conocer sin objeciones cada nuevo avance en los sofisticados instrumentos de comunicación, en dedicarnos, con pasión y dedicación, a un arte hasta alcanzar los más óptimos resultados… todos ellos son desafíos que forman parte de un reto mayor llamado vida.

En la etapa adulta, por supuesto, los retos continúan y cada uno de ellos suelen representar actos esenciales que definen nuestro futuro, por esta razón deben ser considerados con la trascendencia que se merecen. Enfrentarse a la decisión de cuál es la profesión que vamos a ejercer por el resto de nuestra existencia o al compromiso de escoger la pareja con la que pretendemos estar unidos para siempre, se convierten en pasos capitales que exigen una cuidadosa evaluación, porque tenemos todo el tiempo presente que desafíos como estos van a generar otros tan importantes como ellos mismos. Aunque sabemos, por todo lo que nos ha dicho la inmensa experiencia humana, que en muchas oportunidades los propósitos que nos planteamos, los escenarios que anhelamos, no se cumplen de la forma en que los proyectamos, nunca renunciamos al ideal de que nuestras acciones están en el sendero correcto para superar esos y otros retos providenciales.

Y ya en los últimos años de la vida, cuando miramos el pasado y observamos orgullosos todo lo que hemos alcanzado durante ese largo periplo existencial, nos negamos rotundamente a dejar de lado los retos. Porque es obvio que quien no tiene por delante un propósito, un objetivo, una meta que alcanzar, es un ser anímicamente clausurado, un proyecto cerrado por completo. Se trata de algo que todos los investigadores que se preocupan por el bienestar humano han dejado bien claro: solo quien tiene un reto por delante, se mantiene vivo.

---

---

---

Invito a los amigos: @emy.pets05 y @leonelb.