La embarcación llevaba diez días a la deriva. Una familia: padre, madre y tres hijos adolescentes, habían partido la noche del jueves 28 de octubre. Un hermano de ella los recibiría dos días después. Tenían todo planificado. Inclusive llevaron comida suficiente.

Habían convencido a un amigo que los acompañaría en la travesía, querían huir de una vida miserable y les habían conseguido la embarcación a cambio de las pertenencias que dejaron en tierra: una casa amoblada y un perro. A ellos no les importaba nada de eso, solo querían huir del país donde sentían que sus vidas no valían nada.

El padre había perdido su trabajo de más de veinte años y no había recibido arreglo; la madre, ama de casa, estaba acostumbrada a una vida holgada; los hijos: unos gemelos de dieciséis años y una joven de catorce, solo querían escuchar rock todo el día.

Por video llamada el tío les había anticipado que allá podrían ver y escuchar a las bandas en vivo las veces que quisieran.

El día once volvieron a revisar las provisiones que las estaban ahorrando desde el tercer día cuando se dieron cuenta de que habían perdido el rumbo. Ya no les quedaba mucha agua, estaban consumiendo los enlatados, abriendo uno a la vez y compartiéndolo en mínimas porciones.

Fue la niña quien avistó por primera vez unas aves gigantescas, eso les indicó que habría tierra cerca y se dejaron orientar por ellas, estas iban y venían y giraban en torno a un lugar que dadas las condiciones les pareció fantástico.

Una monumental roca hermosamente decorada les dio la bienvenida, testigo silente de alguna civilización perdida. Construcciones novedosas que no encajaban en los patrones arquitectónicos conocidos. Los espejismos agudizaban el estado de desesperación que ya estaba haciendo de las suyas.

Una falla del motor de su embarcación les terminó de indicar que no tenían otra salida que no fuera bajar; aunque no se veían personas, la presencia de otra embarcación sencilla les dio algo de tranquilidad.

Con algo de dificultad por el hambre y el cansancio lograron llegar a unas construcciones como churuatas modernas. No, no había nadie. Tampoco electricidad ni redes, algunos implementos precarios le indicaban que en algún momento hubo gente.

Tocará empezar de cero, atesorando la vida que siempre será el don más preciado que todos tenemos.

The boat had been adrift for ten days. A family: father, mother and three adolescent children, party on the night of Thursday, October 28. A brother of hers would receive them two days later. They had everything planned. They even brought enough food.

They had convinced a friend that he would accompany them on the journey, they wanted to flee from a miserable life and then he got them the boat in exchange for the belongings they left ashore: a furnished house and a dog. They didn't care about any of that, they just wanted to flee the country where they felt their lives were worth nothing.

The father had lost his job of more than twenty years and had not been repaired; the mother, a housewife, was used to a comfortable life; the children: sixteen-year-old twins and a fourteen-year-old girl, they just wanted to listen to rock all day.

By video call the uncle had anticipated that there they could see and listen to the bands live as many times as they wanted.

On the eleventh they went back to reviewing the provisions that they had been saving since the third day when they realized that they lost their way. They didn't have much water left, they were consuming the canned ones, opening one at a time and sharing it in tiny portions.

It was the girl who first sighted some gigantic birds, that told them that there was land nearby and they let themselves be guided by them, they came and went and turned around a place that, given the conditions, seemed fantastic to them.

A monumental, beautifully decorated rock welcomed them, a silent witness to some lost civilization. Novel constructions that did not fit into known architectural patterns. The mirages exacerbated the state of despair that was already having its own way.

A failure of the engine of their boat ended up indicating that they had no other way out than to go down; Although no people were visible, the presence of another simple boat gave them some reassurance.

With some difficulty due to hunger and fatigue, they managed to reach buildings like modern churuatas. No, there was no one. Neither electricity nor networks, some precarious implements told him that at some point there were people.

You will have to start from scratch, treasuring the life that will always be the most precious gift that we all have.