Las olas de la esperanza, por buff4aurelionsol

Mi estómago dolía, habían pasado ya días desde la última vez que había probado bocado. La tormenta se había llevado todo y a todos: toda la tripulación con la que había estado navegando había sido tragada por el Dios del Mar. El mar se tragó a aquellos monstruos que violaron y saquearon la villa donde vivía, mis atacantes, los que me habían tomado como un tesoro más por el extraordinario color de mis ojos. Había sido un ser sin nombre en aquel lugar, las personas me evitaban y decían que estaba maldito, podía recordar perfectamente las miradas recelosas que me echaban al estar cerca; sin embargo, siempre en mis sueños veía ese barco que tenía forma de colibrí en la proa. Sabía que el día en que llegara aquel barco, yo me iría en él.

El día que lo vi a lo lejos creí estar soñando y me temo que estuve muy emocionado, sin embargo jamás me habría imaginado que aquel barco traería consigo aquellas personas tan viles. Los gritos y el olor a quemado todavía permanecen en mi memoria. Me temo que nunca desaparecerá.

Los días que estuve con ellos fueron duros, vi horrorizado las cosas que hacían para divertirse y aún me causan pesadillas al recordarlas. Extrañamente no me hicieron ningún daño físico, pero no porque ganas le faltaran, sino porque el capitán prohibió que se tocara su mejor adquisición. Se me dio lo justo para comer y no más, pero incluso siendo rehén allí, me sentía bien en aquel barco por imposible que pareciera. El barco me hacía sentir protegido, incluso de las personas que lo tripulaban; quedó claro el día que sí trataron de hacerme daño aquel día de motín y borrachera. ¡Yo mismo vi como el barco se tambaleó mientras el mar estaba tranquilo, vi como los arrojó a todos y poco tiempo después apareció una neblina por encima de los dos mástiles, por encima de aquellas banderas que ondeaban en el viento!

Días habían pasado luego de que aquella extraña tormenta matara a mis victimarios, días que fui vagando a la nada, sin comida ni agua. Sin embargo… me sentía feliz y confiado, porque aquel barco me protegería. Entonces, al caer al atardecer me di cuenta que llegué a la orilla de una isla que, para mi sorpresa, estaba llena de personas similares a mí, todos y cada uno de ellos tenían los mismos ojos que yo.

Los años han pasado y la felicidad aún me embarga cuando veo la proa en forma de colibrí y aquellas dos banderas arriba del todo. Mis hijos, mi esposa y yo lo mantenemos en muy buena condición, incluso cuando yo mismo sé que él no lo necesita. Mi salvador no podría deteriorarse nunca. Aquel fue el pájaro que me hizo volar a mi libertad y no me alcanzará vida para agradecerle a él por salvarme o a quién sea que lo trajo para protegerme.

Fuente.