Divagaciones 011: El agradecimiento del creador

Mientras leía el libro "Atrapa el pez dorado", del cineasta, músico y pintor David Lynch, leí algo que llamó mucho mi atención, y es la siguiente frase: "Y te sientes muy agradecido".

La frase por si sola no dice mucho, pero en el contexto en que la plantea Lynch, que es el de la terminación de un proceso creativo, o parte de este, en su caso, un filme, cobra mucho sentido, al menos para mí.

Y es que Lynch se refiere a que el proceso creativo es un animal misterioso, y de repente uno nunca sabe a ciencia cierta cuando va lograr dormarlo, pero cuando tiene enfrente ese fragmento que falta para armar el rompecabezas en que se está trabajando, lo sabes, y das gracias por haberlo encontrado.

Pero, ¿porqué damos gracias, y a quién? La verdad es un tanto difícil de explicar, pero si eres un creador, sin importar si te dedicas al arte o para ti es solo una afición crear cualquier cosa, puede que sepas a que me refiero.

Y es que a diferencia de otras ocupaciones, el acto de crear, si bien necesita el conocimiento y dominio de cierta técnica, no depende solo de esta. Tu puedes tener el mejor oficio del mundo como escritor, pero eso no garantiza que puedas generar textos que puedan tener eco en los lectores. Puedes ser un músico técnicamente superdotado, como los hay muchos, y nunca poder lograr lo que otro que solo se sabe tres acordes, puede transmitir.

En el arte, y en el acto, el proceso de crear, el oficio no lo es todo, a diferencia de otras actividades humanas. El crear, más que un despliegue técnico o de conocimientos, es una búsqueda. Y saber buscar es importante, pero no garantiza nada.

Uno además de buscar activamente, debe estar con los ojos siempre bien abiertos, porque nunca sabes en que momento te va a pasar por delante una idea, o algo que te permita avanzar o concluir un proyecto. La llamada "inspiración", puede venir de cualquier parte y en cualquier momento, y uno tiene que estar listo para ella.

Creo que damos gracias porque estamos conscientes de que el producto final de lo que creamos va más allá de nosotros, y de que somos afortunados de poder tener la experiencia de dar vida a algo que muchas veces sentimos que nos rebasa.

En mi caso en particular, de repente leo textos que he escrito en el pasado, y a veces me cuesta creer el haberlos escrito, y no porque sean necesariamente buenos, sino porque a veces no me reconozco a mi mismo en lo escrito, es como si alguien más lo hubiera hecho, como si alguien me los hubiera dictado. Es una experiencia agradable y a la vez extraña, y que en ocasiones te revela partes de ti mismo que desconocías.

Damos gracias también porque no siempre terminamos lo que empezamos a crear, y el tiempo y esfuerzo a veces se nos pierden en el camino. El darle la última pincelada a una pintura, escribir la última frase de un texto, encontrar la armonía final de una canción, ese acto de cierre, de poner la pieza final que le da sentido a todo, es casi como un regalo, porque no pasa todos los días, y porque hay algo mágico en ello que es difícil de explicar, pero se siente.

Y finalmente creo que damos gracias porque reconocemos lo afortunados que somos, de poder, aparentemente de la nada, construir algo que nos proyecta más allá de nosotros mismos, y que puede tener eco en los otros, que pueden reflejarse en lo que creamos, creándolo de nuevo al sentirlo y/o interpretarlo a su manera.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.