Concurso Semanal, "Creando Historias Semana #3". Un amor embrujado

Un amor embrujado

Aún recuerdo la primera vez que la vi, yo salí a buscar leña, ya que estaba acercándose el invierno y prácticamente teníamos encima la primera nevada… Camine un par de kilómetros, y entonces, la vi… Llevaba un vestido negro, el cual parecía unirse con su cabello, que también era de un hermoso color negro, de su cuello colgaba un collar con un dije en forma de estrella y una piedra azul en el centro. Note que acercaba su rostro mucho a las plantas y flores, como si solo las distinguiera por su olor, entonces me di cuenta… No tenía ojos, en su lugar solo había 2 profundos agujeros, los cuales siempre llevaba cerrados, pero como su maquillaje era de color negro, pareciera como si un agujero negro hubiera apagado la luz de su mirada… Pese a eso, ella era hermosa, su sonrisa, su cabello, su figura… Podía pasar horas observándola, sin cansarme.

Pasado un rato, ella recogió la cesta que cargaba y se marchó, la seguí para saber dónde vivía, ya que nunca la había visto en el pueblo, me sorprendí mucho al ver, que al igual que yo, vivía apartada en el bosque, en una pequeña cabaña, rodeada de hierbas y flores. Creo que ese día ella se percató de mi presencia, porque antes de entrar a su casa, su cabeza giro hacia la dirección en la que yo me encontraba y sonrió. Desde entonces siempre la veía en el bosque, recogiendo hierbas y flores, de vez en cuando me paseaba por su casa y veía como, de vez en cuando, habían personas que iban y ella les entregaba pequeños frascos, no sabía lo que eran, hasta que un día, me tome el atrevimiento de acercarme a su ventana y observar lo que hacía, vi como en medio de la cocina, había un enorme caldero, en el cual ella mezclaba diferentes hierbas y especias, justo antes de terminar, vi como tomaba su collar, recitaba unas palabras en una lengua extraña y este comenzaba a brillar de un intenso azul, ella lo tomaba y sumergía en el caldero por un rato, luego lo sacaba y comenzaba a llenar varios frascos con el contenido del caldero. Entendí lo que hacía y entendí, lo que ella era.

Luego de eso me dio un poco de miedo y no volví a observarla, hasta que un día, caminando por el pueblo, vi a un hombre, un anciano que había estado en la cabaña de la hermosa mujer hace unas semanas, mi curiosidad me gano y lo intercepte, le pregunte qué era eso que la mujer le había entregado, el hombre, un poco asustado y preocupado me dijo al oído que era un remedio, que él estaba sufriendo de fuertes dolores de cabeza y mareos, que ella solo le brindo ayuda y aquello solo era un remedio para sanar. Ese día, volví a mirar a través de su ventana pero ella no estaba en casa, procedí a retirarme hasta que una dulce voz hablo a mis espaldas.

—¿Tienes alguna dolencia? ¿Hay algo en lo que yo te pueda ayudar?—

Al voltear, lo primero que vi fue su hermoso rostro, que aunque no podía verla a los ojos, me seguía pareciendo hermoso…

—¿¡Holaaa!? Sé que estás ahí, aunque no pueda verte, te siento respirar y tu olor… Espera, eres el leñador que siempre me espía.—

—¿Quién? ¿Yo? No, no, no… Debes estar equivocada, yo… Yo solo pasaba por acá y me pareció muy particular tu casa, no fue mi intención molestarte… Ya, ya me voy.—

Salí corriendo y llegue a mi cabaña, esa noche soñé con ella, con su voz… Estaba enamorado… Ya no había marcha atrás, estaba seguro de lo que sentía y me importaban cuernos que ella fuera una bruja, lo importante es que no era mala… No… Ese rostro y esa dulce voz, no escondían maldad.

El invierno estaba pasando, la nieve se derretía y todo el bosque estaba húmedo. Un día, me quede sin leña y ya iba a ser de noche, tome mis cosas y salí a talar un poco, cuando iba llegando a mitad del bosque escuche gritos, eran personas y se escuchaban muy molestas, cada vez se oían más cerca. Quise acercarme a ver qué pasaba cuando de la nada la vi a ella, tirada en el barro, sin poder levantarse, al parecer había tropezado con la raíz de un árbol y su tobillo estaba fracturado, estaba aterrada y yo, sin pensarlo 2 veces la cargue y la lleve a mi cabaña. Por suerte, ya era tarde y estaba lloviendo, nadie nos seguiría en ese estado, ni podrían rastrearnos.

Ya adentro, le preste ropa y le ofrecí un paño para que se secara, ella como pudo se cambió y me pidió que buscara sábila y hojas de pino, por suerte tenia sábila en mi jardín, le busque esas 2 cosas y ella en una tacita hizo una infusión, recito las palabras de antes, su collar brillo y lo sumergió en el frasco, luego unto dicha infusión en su tobillo. Le pregunte qué era eso que hacía y por qué la perseguían.

—Sabia que me lo preguntarías en algún momento, el señor Guillermo me conto que lo interceptaste en el pueblo. Si, tus teorías están en lo cierto, soy una bruja pero no debes temer, no voy a hacerte daño. Se me fue dado este don y yo elegí usarlo para la sanación, yo elaboro remedios para diferentes tipos de enfermedades y cuando se de alguien en el pueblo que requiere mi ayuda, los incito a través de él…— señalo su collar —para que vengan a mí. A esa gente no les importa como lo hago, solo quieren ser sanados y yo les proporciono eso, a cambio de comida.—

—Pero si tú no haces nada malo, ¿Por qué te perseguían?—

—Porque me temen. Alguien debe de haber hablado sobre mis remedios y llego a oídos de la iglesia. Para ellos, esto es malévolo… Y quieren quemarme por ello.—

—Eso no va a ocurrir… Tú, te quedaras aquí hasta que tu pie sane y luego, nos iremos… Lejos, muy lejos.—

—¿Por qué lo haces? ¿Sabes que puedes ser acusado de encubrir a una bruja? Te enviarían a la hoguera junto conmigo por eso.—

—Es un riesgo que estoy dispuesto a correr, por ti.— Esa noche no dijimos nada más.

Pasaron los días y nadie se había acercado por mi cabaña, pero por precaución yo no le permitía salir y manteníamos las ventanas tapadas. Todos los días la despertaba con desayuno y un tulipán, descubrí que eran sus flores favoritas, ya que eran las que más abundaban en su jardín. Ella comenzó a sonreírme mas y yo la amaba cada día mas.

Un día como cualquiera, salí a buscar leña y unas hierbas que ella me encargo, tuvo que describirlas muy bien, ya que a simple vista yo no sabría distinguirlas, ella se quedó lavando unas sábanas, las cuales yo tendría que tender al llegar. Cuando venía de regreso, de lejos me di cuenta de 2 cosas, la última me sacudió el alma… Las sabanas estaban tendidas y la puerta de la casa estaba abierta de par en par…

Corrí a todo lo que mis piernas me dieron, dejando todo lo que traía tirado en el camino. Entre a la casa y vi que todo estaba de cabeza y ella, no estaba. Salí directo al pueblo y mi mente me mostraba mis mayores temores, cuando ya estaba por llegar, visualice el humo y mi corazón dio un vuelco. Al llegar a la plaza, ya era demasiado tarde… Ella yacía ahí, amarrada a unos palos y las llamas bajo sus pies, gritaba del dolor mientras miraba hacia el cielo. Quise acercarme, pero al dar un paso, algo azul ilumino mi rostro, mire hacia el suelo y allí estaba, su collar. Lo tome en mis manos y lo presione contra mi pecho, levante mi mirada y la vi de nuevo, ella tenía su cabeza en la dirección en la que yo me encontraba y vi como sus labios se movían, en ese mismo momento, del collar salió una voz… Un voz tan dulce, que no podía ser otra que la suya, acerque mi oído para percibirla mejor.

—¡Corre, huye! Vete muy lejos, porque ellos van por ti… Mi don, ahora está en tus manos, haz con él, lo que mejor te parezca. Te amo.—

Desde entonces, he estado viviendo en una ciudad muy lejana, en donde nadie me conoce y puedo vivir en paz, dándole salud y bienestar a aquellos que más lo necesitan, en nombre del amor.