ROMANIE's world and WOX Literary Contest / Concurso Literario by @belanova.

EN OTRO MUNDO

Quisiera poder decirles exactamente como llegué hasta allí, pero no puedo. Quizá me perdí soñando despierta en algún multiverso donde ya no había poesía. O de pronto, el portal fue la poesía misma. No lo sé. Lo cierto es que cuando abrí los ojos sentí algo suave sobre mi rostro. Lentamente moví mis brazos y, ese algo, también cubría gran parte de mi cuerpo.

Ya totalmente despierta, reconocí que eran hojas y ramas verdes. Estaban por todas partes. Incluso algunas flotaban delante de mí, dibujando algunos otoños vividos. El aire se respiraba secuestrado por un olor silvestre, un olor que yo nunca antes había percibido. Era como estar oliendo madera y aceitunas, quemándose al mismo tiempo sobre arena mojada.

Estaba asustada, pero ahogue mis ganas de gritar mientras me incorporaba. Note entonces que ya no llevaba mi ropa. Tenía puesto una especie de túnica, hecha con pétalos de rosas blancas. Así es. Alguien había hecho mi atuendo, pegando muchas flores con sumo cuidado. No me detuve demasiado en ese detalle, ya que casi de inmediato se hizo evidente que no me encontraba en un bosque. No. Era una casa.

Las infinitas luces aun dejaban espacio para ver sus paredes de ladrillos blancos y relieve rústico al estilo colonial. Arriba, el techo, parecía ser un vitral con todos los posibles tonos en marrón, dando vueltas en contrariedad sobre las vetas azules del leve cielo que entraba.

-Hay alguien aquí? No obtuve respuesta, pero mi llamado tuvo un efecto evidente en la luz. Comencé a escuchar un canto agudo y triste sin parar. –Perdón… El entorno hizo caso omiso a mi suplica, moviéndose como flechas aceleradas, mientras iba saliendo un ojo inquisidor por los lados.

Ninguna me tocó, pero allí estaba yo, con un vestido de rosas, rodeada por criaturas amarillas y naranjas con sus ojos de melancolía. –Qué hago? –Pregunte, tratando de abrazarlas en vano.
Abrumada, me sentí anclada a un ritual del que no quería formar parte, así que hice lo único que podía hacer. Correr. Mientras lo hacía, las criaturas se multiplicaban y aunque seguían sin tocarme, hostigaban todos mis pasos.

No exagero cuando digo que mi desespero era compartido por ellas y aunque no querían hacerme daño, tampoco querían dejarme ir.
Al fin encontré una puerta. La abrí con temor. Para mi alivio esa luz no me siguió afuera, igual no deje de correr hasta que aquella sinfonía se volvió silencio. Entonces me atreví a voltear.

Observe que los árboles que rodeaban la casa, tenían brazos que sujetaban un volátil humo tornasol que salía de la chimenea para jugar con el cielo de los recuerdos vuelto miel. Llore y me toque para sentir las rosas aun sobre mi cuerpo. Las luces me lanzaron un beso y al fin se despidieron, regresando al final a donde pertenecían.